Así que, entre risas, le sacamos el lado positivo al desastre y pensamos que con la desorganización nos ahorraríamos dinero y nos emborracharíamos menos. Y que con la falta de espacio, tuvimos la suerte de hacer nuevos amig@s con los que bailar los tres hits que cerraron el primer concierto de la noche: «Pánico práctico», «Prueba y error» y» la mujer de verde», canción que nos trasladó a aquel último día de low festival de este año, a la plaza del trigo de Aranda hace dos años, o a ese pasado más lejano en los bares de Madrid y al proceso que separa el sueño, de la satisfacción de verlo cumplido.
Magia, efectos especiales… y viento de cara;
Puede que el cambio horario se lleve los restos del largo verano y nos deje sin calor, sin cerveza y sin conciertos al aire libre. Pero mientras podamos seguir yendo en manga corta y sudemos bailando las canciones que nos han ido enamorando, un poco más en cada festival por el que hemos ido pasando, no habrá frío invierno que valga.
Tras un inusual tardeo futbolero, un rato de concierto de Suerte en el Jendrix y un par de cervezas en los alrededores de la plaza de toros, nos adelantamos a Halloween y nos pusimos el disfraz de adolescentes cachondos para ver el concierto de Izal y Supersubmarina.
Fue un día dual, y la noche no iba a ser menos. Entre el gran número de asistentes, había un debate similar al que unas horas antes habían protagonizado los aficionados de los dos mejores clubes (con el permiso del Atleti) de la Liga española. Los forofos de Izal se negaban a aceptar que su grupo se pudiera denominar telonero de nadie y los fan´s de supersubmarina se escudaban en la trayectoria y el juego que da ese fichaje estelar llamado «viento de cara» para llevarse a su terreno el debate.
Por suerte, esto no era un partido de fútbol y a pesar de fanatismos de camiseta negra, el espectáculo era bastante diferente al que habíamos sentido a la tarde. Puede que con las mismas emociones, sí, pero sin derrotados; sólo oídos ganadores, ovaciones y botes, sobre todo botes.
Pusimos nuestros pies en el albero puntuales, buscando en el horizonte de las tablas un pitido inicial, o más bien un sonido de sintetizador inicial, con ese punto irónico habitual en Izal: empezar a conquistarnos con una despedida, ya sabéis, un calentamiento rápido de voces: rápido, fácil, intrépido y un poquito imbéciles. ¿qué sería del mundo sin imbéciles?…
Hicimos un pequeño repaso a los agujeros de gusano, nos quitamos el hambre, saludamos a Jenna Fischer, o como quiera que se llamara la mujer taquillera de un cine de barrio, que a la organización se le ocurrió poner a vender los tickets (una persona para dos o tres mil almas sedientas (ni que fuera la mujer de verde)) y nos peleamos con la muchedumbre para llegar a uno de los tres camareros que había detrás de la barra; Si no fuera por la magia y los efectos especiales, que nos relajaban desde el escenario, hubiéramos tenido un disgusto. Pero, gracias al buen rollo que siempre transmite Izal, nos tomamos con humor las 28 horas de espera, para un vaso de espuma con un poco de cerveza.
Curiosamente, después de tantos conciertos del grupo «madrileño», tuvimos que llegar hasta este extremo delirante de espera, para sacar una conclusión en Do, pero, más que con ukelele, con bandurria;
Nunca nos «resignamos» a asumir que, como pasa en el fútbol, los promotores traten de convertir el espectáculo en un negocio. Pero por un momento envidiamos, incluso, a los toros que mueren en el ruedo, sintiéndonos moscas sedientas y sin espacio. Por suerte, no perdimos el humor, y en vez de mosquearnos, gritamos: ¡qué bien que en mi cerebro se produzcan intercambios de información! y, a pesar del materialismo tóxico de algunos, preferimos bailar.
Tan metidos en el ingenio estábamos, que nos entretuvimos con un debate improvisado sobre a que se referiría Izal con eso del Extraño regalo. Ganó la opción mojón. Supongo que porque es lo que le habríamos regalado nosotros a algún codicioso encorbatado. Aunque ese obsequio envuelto, más que un asunto delicado, fue un divertido debate surrealista. Casi tanto como los títulos de las canciones de Izal .
En el intermedio siguió el debate, l@s fan´s de Izal se sentían ganadores del duelo, mientras los seguidores de Supersubmarina decían que aún quedaba la segunda parte; Los neutrales hablaban de empates, mientras el cañero del bar parecía, ya, más un extintor que un servidor de cerveza. Por suerte, el receso duró poco y los primeros acordes de «para dormir cuando no estés» interrumpieron las controversias.
La estética del grupo de Úbeda ha evolucionado hasta el punto de que en una foto cualquiera pasarían por un grupo americano o british. Por cierto, hablando de fotos, una cosa que llevamos todo el verano callándonos: está muy bien decir que estás en un concierto a tus amigos de Facebook o a tus seguidores de Twitter o instagram, pero no estaría de más que a veces disfrutarais un poco más el concierto en vez de flashear al personal con tanto selfie.
Tras las primeras adulaciones del chino a los alicantinos (y a los sanvicenteros) nos presentaron algunas canciones de uno de los mejores discos del año: «viento de cara». Oíamos más el berreo de las superfan´s de nuestro alrededor que la voz del cantante. Pero por suerte, el tutupá de la batería y la distorsión trasladaron a nuestros sangrantes oídos a tiempos mejores. Y tras enterrar la inestabilidad y la extrema debilidad, nos regocijamos con la barra de metal de Kevin McAllister.
A partir de ahí, los nostálgicos tuvieron su momento. Dejamos de estar herméticos para que las luces de los focos del escenario iluminaran nuestros brazos levantados. Como los futbolistas en un clásico, dimos todo lo que teníamos dentro, para quedarnos sin aliento en mitad de una ola de calor electroviral, mezclando la arena del ruedo con la sal del verano mediterráneo y comiéndonos la niebla, a base de buscarle mejores adjetivos que «puta» a nuestras vidas.
El público ya estaba entregado y nuestros recuerdos viajaban a 2009 repasando cinco años que han transformado los sususu suspensos en matrículas de honor. Incluso los organizadores se unieron al baile y aprovecharon el viento de cara, para encontrar en el escenario algo que sirviera como luz e iluminara el inminente cambio de hora.
Con los últimos acordes de Cientocero, dejamos de protegernos del roce y equilibramos la balanza. Los fan´s de Izal firmaron el empate a botes y sonrisas, y los de Supersubmarina entendieron la importancia de la magia y los efectos especiales para que la vida no sea tan puta como la canción que su idolatrado grupo canta. En resumen, tod@s ganamos, tod@s disfrutamos y tod@s gozamos de la hora de más que el cuarto árbitro había mostrado en su cuadratura energética del invierno. Un Invierno de camisas de manga corta a juego con la felicidad con la que llegas a casa después de conciertos como este 😉
Para finalizar os dejamos el set list de los dos conciertos, matizando que si nos equivocamos en el orden o falta alguna, es porque estábamos en la larga cola del bar
Anónimo dice
Da gusto levantarse con un recuerdo tan grato.
Lucas
Anónimo dice
La verdad que lo pasamos muy bien…aunque lo de los tikets y la cerveza fue desesperante!!!
María.
Anónimo dice
Lo del bar fue un puto desastre
Anónimo dice
cada día me gustan más vuestras crónicas. Seguir así.
Ines
Anónimo dice
que buena cronic. es como volver a estar alli
Anónimo dice
Dos grupos muy comerciales. Para mi gusto el derbi lo ganó Izal cn creces, los Supersubmarina mas aburridos. Lo d la bebida lo nunca visto en un concierto.Un cero a la organización.