El de Morgan ha sido, sin duda, uno de los mejores conciertos de este agonizante 2018 por el contexto íntimo, por la calidad de la propuesta, por cercanía y por la participación. Han pasado ya unos cuantos artistas por esta movida llamada #MomentosAlhambra del Teatro Principal. Hasta ahora, Rufus T Firefly y Soleá Morente habían estado un punto superior a los Neuman, Erentxun, Second, Niños Mutantes… pero la mitad menos uno de Morgan dio un recitad de como se puede celebrar que ya estamos más cerca del fin de semana, hecho que, normalmente, celebramos menos de lo que deberíamos…
La historia empezó como siempre con una Alhambra fresquita, el taladro del vídeo de promoción repetido cincuenta veces y los pertinentes saludos a los cuatro o cinco habituales del ciclo. La entrevista no aportó mucho y no sé si se hizo larga o era que yo tenía ganas de que el concierto empezara, porque cuando has tenido algún buen precedente del grupo que vas a ver, es como si los nervios te poseyeran y te arrancaran de cuajo la paciencia.
El contexto era muy diferente al del primer día de mi último Sonorama, o a la magia del verano en el Castillo el año pasado. Esta vez el formato dúo tenía matices más puros. Canciones desnudas, una de las mejores voces femeninas del país sobresaliendo como siempre y un trabajo de pulido de los temas que pocas bandas de las que llenan teatros tienen.
El soul coquetea con la americana más inverbe del sur de los Estados Unidos, hay un toque rudo de Berriz y un matiz cosmopolita de flujo de vida madrileño. Faltan punteos distorsionados y el relleno que Ekain siempre aporta cuando coge las baquetas, pero se compensa con las explicaciones apavadas de Nina demostrando que aparte de buena voz tiene buen corazón y el lucimiento del arte de Paco a las seis cuerdas.
Lo tocaron casi todo. Una mezcla de North y (fresh) Air. Pero sin moldes. Con tiempos para la improvisación, para jugar con las voces, con el público y los «Oh Oh Oh»s, con el pasado grabado en Youtube y con las miradas que dicen cuando empieza todo y cuando se apaga.
El concierto fue como una sala vacía y silenciosa con un medidor de frecuencia cardiaca subiendo y bajando la señal cuando «Home» acaloraba las butacas vacías de nuestro horizonte, o cuando «Thank you» o «work» hacían que nos dieran ganas de pegarle una patada a las sillas y ponernos a bailar. Tampoco estuvo mal que el primer contacto en directo con las canciones del «disco nuevo» fueran en este formato. En unos días, «Air» copará los primeros puestos de esas listas de «mejores discos» que tanto nos gustan a las webs. Pero en directo, no es lo mismo, es mejor, y visto al lado de Chuches metido a vendedor de Concert Shirts, tiene un plus.
Resumiendo, una tarde de miércoles única e irrepetible con tres momentos (Alhambra) únicos: el momento «Blue eyes» con las palmas y el público venido arriba, «volver» con el público callado como dando la razón a Nina de que no siempre lo más escuchado es lo mejor 😉 y el final «Marry you» desconectados a pie de público.
Espero que no tarden mucho en repetir visita con el combo al completo, porque a día de hoy, Morgan es mucho Morgan…
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