Una vez más los titulares grandilocuentes y las fotos se imponen a lo importante, que no es otra cosa que responder a ¿para qué quiere Alicante un Palacio de Congresos?
Los supuestos son obvios. Puedes pretender que Alicante sea un gran centro de Congresos, liderar una estrategia para que el Lucentum tenga un equipo en la ACB o Agustinos ascienda a la ASOBAL y se jueguen allí partidos. Puedes hacer grandes ferias, festivales de música como los que se hacen en el Wizink Center, en el BEC o en el Palau Sant Jordi… pero nada se sabe de todo esto, solo que se quiere meter un mamotreto (más pequeño que IFA) junto al Distrito Digital, que sigue sin cumplir su propósito de «aportar futuro (ni presente)» a esta ciudad.
De momento, como siempre, sólo sabemos que será una estructura de referencia (esperemos que la diseñe alguien con mejor gusto que el que diseñó la oficina de turismo y la fachada del Casino) y que, como todo lo que se hace aquí (la Ciudad de la luz, la ciudad de la justicia, Panoramis, El Casino a la altura de los mejores del mundo, la Estación Intermodal… y todas esas cosas que, también, iban a traer riqueza y generar muuuuuchos puestos de trabajo) no deje deudas, polvo y políticos imputados.
Las preguntas que surgen, para empezar son: ¿Qué riqueza y para quién? ¿Cuántos puestos de trabajo en concreto? ó ¿de dónde van a sacar los 45 millones iniciales que cuesta? ¿Se va a rentabilizar realmente esa inversión? ¿o va a ser otro despilfarro?
Lo de 21.000 metros cuadrados (IFA tiene 28.000 m2) frente al mar vende muy bien (En Cartagena con El Batel saben lo que supone una inversión cerca del mar), pero debería ir de la mano de, al menos, 52 eventos anuales (el BEC tuvo 252 en 2019), y concretos, cerrados y de un plan para saber como va a mejorar el edificio sus alrededores, las infraestructuras de la ciudad o de qué manera se puede ver afectado IFA, el Adda, La Casa del Mediterráneo, los barrios, el proyecto de Cigarreras o el de las Harineras con esta construcción.
El PSOE y sus cosas…
El PSOE sigue a la suya y se ha descolgado recuperando un proyecto para hacer el Palacio en Sangueta. La propuesta tiene su lógica si lo que se pretende es no agrandar la brecha entre barrios. Pero la línea es la misma: primero hacer y luego pensar. Lo que le resta credibilidad a la queja.
Quien sí tiene razones para estar mosqueado es Carlos González, alcalde de Elche, que lleva dos años detrás de financiación para un Palacio de Congresos en su ciudad.
En estos tiempos de bipolaridad máxima, todo acaba siendo política pura. Mazón corre para unas cosas y se hace el longuis para otras, dependiendo de si quien lo pide es de su cuerda o de la contraria. Algo parecido ocurre con lo llega desde Valencia y sus pegas al proyecto de Barcala, más que por ser de Alicante, por el partido al que pertenece.
Así nos va… perdiendo oportunidades históricas para pensar en grande uniendo lo que dos grandes ciudades vecinas podrían sustentar, en lugar de mirarnos al ombligo pensando más en los votos de ahora que en lo que estas cacicadas dejarán a los que vienen por detrás.
Aquí vendría bien una mesa en la que sentar a alcaldes de Alicante, Elche, Alcoi, Torrevieja, Elda, Benidorm para discutir los beneficios que cada megaproyecto tendría para la provincia. Pero ¿Se han reunido Barcala y González alguna vez? No. Y no porque sean de diferentes partidos, porque ha habido tiempos en los que las siglas gobernantes han coincidido, sino porque aquí no se entiende que un eje Elche-Alicante sería la única manera de hacer frente a Murcia o Valencia, de llenar de eventos buenos un palacio de Congresos, o de aprovechar para algo más que para aterricen guiris con ganas de emborracharse uno de los mejores aeropuertos de España.
La Conclusión
Nadie discute la conveniencia de tener un gran Centro. Pero antes de vender la idea en si, habría que haber ensoñado el diseño, pensar en los pros y los contras de hacer el Palacio en el Puerto, o ver si es realmente conectable con el resto del mundo, como se hizo en el plan primigenio del BEC, del Wizink Center, el Víctor Villegas, el Miguel Delibes de Valladolid o el Sant Jordi. Es decir, ¿van a llevar el TRAM hasta su puerta? ¿va a haber conexiones directas desde el Aeropuerto? ¿desde Elche? ¿desde Alcoi? ¿Esta previsto esto en el futuro contrato de Transporte Público?
¿Hay infraestructura hotelera suficiente? ¿o esto no es más que una excusa para seguir dando licencias sin ton ni son?
Y aunque hemos hablado de Elche, hay otros proyectos en marcha en la provincia que se verían ensombrecidos por esto, por no hablar del papel que tendrían con una construcción de tal magnitud el ADDA, IFA, Casa Mediterráneo, etc.
La labor de un político es convencer de que un proyecto es una necesidad real para la ciudad. Y eso se hace con datos concretos y objetivos. Sobre todo cuando hay que justificar megainversiones como esta. El problema es que la ciudadanía está escaldada con milongas que luego se usan como excusa para no hacer obras que sí que son necesarias, o para retrasar otros proyectos, o para no dar alas a cosas como la cultura que quizá sí que tiene un recorrido y un camino en construcción.
Tenemos una preocupante capacidad de crítica y, por desgracia, vivimos en una sociedad demasiado acostumbrada a quedarse en el Titular. Y no hay que olvidar que todas estas cosas se hacen con inversión pública, lo que debería hacernos ser muy exhaustivos con la crítica, porque hay más casos como la pista de esquí en seco de Valladolid, el circuito de Fórmula Uno de Valencia, el Aeropuerto fantasma de Castellón, el Circo de Alcorcón, o el acuario sin peces de Cádiz… que como el Gughenheim.
Por cierto, yo era muy pequeño cuando Frank Gehry vino a Bilbao a presentar la maqueta del museo. La capital de Vizcaya era un sitio gris, horrible y pocos creían que podría tener un futuro. Pero Gorordo y Ortuondo idearon un plan que transformó la ciudad. El museo no fue más que una excusa para montar el metro, crear una zona en torno al puerto con un brillo diferente con Puppy y el Euskalduna como epicentro, idear el nuevo San Mamés, dar alas a lo que ya existía o apoyar el BEC.
Un proyecto requiere visión y no solo pensar en un edificio en si, sino en lo que esa construcción puede aportar a lo que le rodea. Para crear algo en Alicante, habría que aparcar un rato la cultura del pelotazo y empezar a trazar líneas transversales entre lo que es la cultura, el turismo, el patrimonio, las fiestas y los diferentes tipos de gente que vivimos aquí. Y luego ver como encaja eso con un Palacio de Congresos, con unas Cigarreras reinventadas, con la Euipo, con el Hércules, con el Lucentum, con los colegios y con las zonas verdes.
La previsión y saber adelantarse el futuro es lo que genera, de verdad, puestos de trabajo estables, no utopías y cosas hechas a todo correr para ganar unos cuantos votos en las siguientes elecciones.
Pero para eso, hacen falta acuerdos, debates intensos y visión de futuro. Algo que, por desgracia, aquí no sobra…
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Marthina dice
Muchas gracias por tu aportación. Feliz semana.