Los filtros han destruido la comunicación. Perdido el contexto hemos sucumbido a esa mayoría que no sabe interpretar la ironía, ni asimilar la realidad… en esa reducción de matices, se acaban edulcorando tanto los mensajes, que éstos, pierden gran parte de su sentido, como ayer demostró la entrevista de Évole a Pedro Sánchez.
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¿Cómo vas a gobernar si la gente no te entiende? ¿Si es más fácil poner en duda lo que dices con un meme, o un chiste fácil, que analizar sesudamente (con el poco tiempo que tenemos) hasta dónde quieres llegar?
Ni un presidente, ni un aspirante a serlo, deberían delegar en nadie la interpretación de sus actuaciones. Uno puede reivindicar y enfadarse como hizo Zapatero en la COPE, uno puede herir sensibilidades aunque te cueste escaños, como le ha pasado a Podemos, incluso tienes derecho a equivocarte y rectificar, siempre que esa corrección se haga con toda la convicción del mundo. También puedes exigir debates como Nadia Calviño, porque denotan que no tienes miedo a exponer tus argumentos, porque eso hace dudar al que está en medio esperando un mensaje que decante su balanza del 23J y mientras tú vas soltando tus eslóganes, ordenando tus medidas y visualizando cómo sería el futuro si tú siguieras gestionando la economía.
Si, al final, no sabes ni defender tus éxitos en público, no das nombres concretos y a lo más que llegas es a decir que la culpa fue de otros, o a dar pistas, es difícil que la poca credibilidad que las fakes news y todo lo que el entramado ultra carga sobre tus hombros, no tenga calado en el que ve la realidad basándose en el titular.
Esto no va de entrar en su juego, ni de ser más gilipollas que ellos, ni más populista, ni menos sincero. Simplemente hay que tener claro el mensaje y como transmitirlo adecuadamente. O lo que es lo mismo. Para igualar las tornas, o ganar las elecciones, hay que aprender a hacer de la sinceridad y la convicción un valor. Porque sin cercanía, no hay victoria posible. Y con las dudas acaba pasando que los errores son más visibles que los éxitos, aunque las razones para fardar, en estos 5 años de pandemias, guerras y mentiras, sean muchísimas más, que los fracasos.
Si el debate que llevan desde la convocatoria exigiendo es para personalizar los insultos, en lugar de poner en valor los triunfos o acallar necedades con argumentos, la victoria de la derecha será un hecho. Y ese es un lujo que no deberíamos permitirnos.
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