Es curioso que la especulación siempre coquetee con el futuro de Alicante. Y que siempre, siempre, siempre, la cultura sea una especie de sombra, que sirviendo de excusa, acaba enfangada en el más absoluto de los despropósitos.
Dinero llama a dinero, dicen. Aunque en la mayoría de los casos, las riquezas, aunque deseables, están sucias como una bota de monte llena de barro, tras un camino largo y tedioso. Y en medio de esos millones de nadie (y de todos), está el trecho cuesta arriba que nos toca recorrer a los que, aún oliendo el tufo de todo ese humo que llena de proyectos sin consistencia el zurrón, que separa el ahora de ese 2030, seguimos caminando.
Allí, seguramente, las plañideras seguirán llorando, los delitos habrán prescrito y los estraperlistas habrán acumulando más carroña. Y justamente por eso, conviene no ilusionarse sin haber leído la letra pequeña del «contrato». Esa que periodistas interesados, empresarios y políticos esconden.
Aunque Trinitario piense que ser dueño da derecho a todo, en este caso se equivoca. No hay que negarle sagacidad a su plan de meter a la Baronesa Thyssen y a la Diputación en un titular de prensa que pretende banalizar el hecho de que El Ideal es una ruina con fachada que es más fácil convertir en hotel, si la desidia habitual de los políticos te permite acortar los trámites a través de un supuesto «servicio público»que desata las esposas apretadas del interés general y cultural al que arquitectas, nostálgicos, culturetas y alicantinos de toda la vida vivimos encadenados,
En este punto, convendría no olvidar el lastre de patrimonio en la basura del recuerdo que acumulamos, la experiencia de lo mal que se han hecho las cosas tantas veces y que siempre hay alternativas y horas para dialogar. Algo que no suele gustar ni a especuladores, ni a políticos en época de elecciones, de ahí el peligro de ese titular especulativo de los periódicos de esta mañana, que hace de la prisa una virtud. Y de la grandilocuencia un relato picaresco, que solo los tontos se creerían.
Una vez más, no vamos a ser necios. Como alicantinos estaríamos encantados de recibir una parte de la colección de la Baronesa Thyssen. Pero eso no excluye que queramos saber el precio que nos va a costar. Visto lo visto, lo pagaremos ensuciando el futuro del Ideal, con una obra a cuenta de la Diputación y un más que probable beneficio, en forma de proyecto de Hotel, para el flamante dueño, no de un edificio, sino de una parte del patrimonio cultural de Alicante.
Así que leamos la letra pequeña, porque…
- Punto uno: Hay tres edificios (de propiedad pública) mejor acondicionados que el Ideal (y que también necesitarían obra) para albergar exposiciones: La Británica, Las Harineras y el Cuartel de la Guardia Civil.
- Punto dos: Puestos a hacer una inversión pública, mejor gastar el dinero en algo que a la larga, no vaya a ser utilizado en exclusividad por un ente/empresa privado. Porque por lo que sabemos, la donación de la Baronesa tendría fecha de caducidad, y llegada esa «fecha de vencimiento», dentro de ¿20 años?, ¿qué sucedería?
- Punto tres: No es lo mismo cultura de lujo, que cultura de base. Que es lo que llevan años defendiendo en Salvem l´Ideal.
- Punto cuatro. El Ideal es un bien protegido y eso anula el proyecto de Hotel. Sin esa vía, especular con más de 20 millones de euros públicos, para convertir una ruina en un edificio acondicionado y de propiedad privada sería un despropósito. Y más, cuando no hace ni un año que esas mismas instituciones se han hecho los longuis en una compra que hubiera convertido este supuesto de ahora en una jugada maestra.
- Y punto cinco: cuando quedan dudas en el aire, conviene resolverlas. Y, por desgracia, a día de hoy, ni Trinitario, ni la baronesa, ni ningún político ha dicho oficialmente nada.
Seguiremos informando, o tratando de entender que hay detrás de esta campaña.
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