¡A tomar por saco el régimen! La gastronomía alicantina va a acabar conmigo. Esto de que haya un restaurante en cada esquina, de que el arroz me pierda y que tenga una serie de amigos con un nivel de «Gourmetería» tan exigente, va a hacer que, un día de estos, reviente.
¿Quién dice que no había gente? |
Si no es una fanegada, es una ruta de la tapa, sino, que alguno ha leído en el «CBC Alicante» que han abierto un nuevo restaurante de comida fusión veganotailandesa, sino que hay que estrenar una parrilla, una paellera, o una thermomix, o hacer una cata de vinos de la comarca, o una ruta de senderismo para acabar comiéndonos un Gazpacho manchego… o la última gran, e ineludible, tentación: el Plateselector, una extraña iniciativa en la que unas cuantas furgonetas, cumpliendo mi sueño de no tener que pagar por la puñetera zona azul, aparcaron en la Plaza Séneca y se dedicaron a cebar al personal con jarras de Estrella de Galicia, Vermús, croquetas del Mery Croket, unos ahumados de El Palé, hamburguesas, perritos, grillos, ensaladillas del Kult, para todos los gustos, y, de postre, helado artesano de Laneu y buena música.
aguardiente swing dúo |
Evidentemente, nosotros fuimos allí, por esto último, porque combinar un vermú con música de Aguardiente swing, o bailar lindy hop con la gente de Spirit of St Louis o rock del bueno con Santa Leonor es un reclamo tan sugerente, que ¡cualquiera se resiste!. Y más, si como nosotros, resulta que hay una manada de gente que defiende la excelencia callejera de un concierto sonando en el lugar de origen de toda la buena música: La puta calle.
Ya era hora de que los permisos, no sean una utopía, de que haya gente capaz de convencer a los vecinos de que promulgar estas iniciativas, más que dos días de ruido, sea un bien cultural necesario para que cuando nuestros hijos piensen en diversión, se les ocurra algo más que comprarse dos litros de ginebra y tres de whisky.
Me consta que algunos comerciantes pusieron pegas, pero si son objetivos, se darán cuenta de que cuando el egoísmo queda al margen, todos acabamos beneficiados. Quizá algunos teman que el paladar medio alicantino se base en algo más que el precio a la hora de elegir, puede que la calidad encuentre su espacio y cocineros, camareros profesionales e incluso los músicos, que amenizan las veladas, cobren, de una vez, lo que se merecen. Pero para eso es necesario que la gente sepa quienes son Orjazzmic o Mambalú, que el cocinero aficionado encuentre su espacio para innovar, o los que se pasan 12horas diarias, 365 días al año en una cocina salgan a airearse y a ver que se cuece por el resto del mundo.
En las sinergias está el éxito de una ciudad. Y modestamente, y aunque quizá nos equivoquemos, pensamos que a ésta le falta un puntito de solidaridad, un pedazo de amor al arte y otro de pensar en el medio largo plazo. Es muy fácil criticar, pero aunque en el proceso seguirá habiendo vecinos quejicas, comerciantes que creen que pierden clientes, músicos que toquen gratis, amantes del postureo disfrazados para la ocasión y políticos que sólo quieren hacerse una buena foto, hay una imagen superpuesta a todo ello: Los niños bailando. ¿Sabéis por qué? porque ellos no discuten, simplemente entienden que la vida es un juego. Y somos nosotros los que decidimos a qué, cuándo, cómo y por qué jugarán todos esos enanos cuando la inocencia se les caduque y dependan de lo que la ciudad, y la gente que vive en ella, les ofrezca.
Mery croket moment |
Podemos seguir quejándonos, poniendo pegas, creyendo que sacamos más votos cuando no hacemos nada para que no haya posibilidad de réplica o de protesta. Nosotros decidimos si queremos un futuro de tardeos, suelos llenos de basura generada por personajillos incívicos, peleas y borracheras, o hay lugar para un Alicante mejor en el que todos bailemos y juguemos como los más listos de esta historia: Los niños.
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