Es de perrogrullo, pero ¿no creéis que en Alicante hay demasiadas mentiras extendidas que se desmitificarían (o no) con una simple encuesta? La respuesta la ha encontrado la Concejalía de Comercio de Benidorm: Consultar al ciudadano.
En cinco años dedicándonos a la actualidad cultural alicantina, sólo nos han consultado una vez cuál era nuestra opinión sobre el estado de las artes locales: problemas, soluciones… si no recuerdo mal, consultaron a 100 agentes diferentes para contestar unas preguntas que derivaron en cosas como Impulsa- Cultura Alicante, el Mapa Cultural, la Agenda, cursos de la Agencia de Desarrollo… vamos, las demandas lógicas de un ente inmerso en la rutina cultural local.
En cambio, todo lo demás, ha venido de supuestos estudios, o promesas electorales a cuatro vecinos (no a todos), que siempre han devenido en una inversión exagerada para unos resultados que han ayudado poco (o nada). No dudamos de la credibilidad de los consultados, pero suele convenir seleccionar a los encuestados, o no preguntar siempre a los mismos para obtener unas certezas diferentes, o un consenso entre lo que, por ejemplo, pueden pensar sobre el teatro alicantino el director del Principal, la buena gente de Improvivencia, o un formador de futuros autores como Adrián Mazón. Las tres opiniones serían válidas, pero, normalmente, sólo se tiene en cuenta una de las tres.
Este rollo viene a raíz de una encuesta pública, que el Ayuntamiento de Benidorm ha puesto en marcha. Quieren saber cómo está el comercio en la ciudad y abren una consulta ciudadana para que comerciantes y compradores opinen. Un formulario de Google con las preguntas adecuadas, un medio al que un Benidormense cualquiera pueda llegar (la web del Ayuntamiento, las redes sociales del mismo Ayuntamiento, los escaparates de los comercios…), un periodo de tiempo lógico para que el boca a boca haga su trabajo y un funcionario (seguramente) que recopile los resultados.
Y ahí está, en este caso, el estado del comercio de Benidorm, el de la cultura en otro, el de si conviene o no montar un Ikea en Rabasa, o comprar el Cine Ideal, el que mide la importancia real de esta fiesta, o de este evento, en toda la población (no sólo en quienes la disfrutan) o de la necesidad de hacer este gasto, o la definición del turismo que nos gustaría tener, o la programación o utilidad que demanda la mayoría para un espacio determinado como puede ser La Británica o la inminente reformada fábrica de Tabacos…
Muchos mitos por desmentir y una adaptación a la democracia más lógica que la que muchos alcaldes y concejales tienen para tomar decisiones sobre cómo gastar el dinero público.
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