Al final, la cultura pudo con la lluvia… porque, como ocurre con las artes, en esta bendita tierra, las previsiones están para romperlas. Es más, la realidad, es más fuerte que los supuestos, y ante predicciones poco halagüeñas, conviene no perder la esperanza y pelear con ilusión y capacidad para adaptarse al medio.
Parece una alegoría de la cultura de la provincia, pero no. Es el principio de una historia llamada Fireta del Llibre de Sant Joan, que el sábado escribió su primer capítulo, sin lluvia, al aire libre, con decenas de ilustradores, cuentacuentos y escritores noveles conviviendo con niños, y niñas, de todas la edades. Abrazando la certeza de que las quimeras, a veces, pasan del cuento al hecho.
Probar cosas nuevas es un aliciente para quien más que amar la cultura, se aburre mirando una pantalla. Y más si llevamos más de un año recluidos física y, en muchos casos, mentalmente.
Va siendo hora de volver a la calle, de oler el cambio de primera mano, mientras nos dan permiso para volver a abrazarnos como antes.
Sant Joan es un pueblo que nunca llegó a pararse del todo. Porque el corazón de un sitio, late a través de la actividad cultural que en él tiene lugar. Y esa vida es palpable aquí, con La Tapia, con la Filmoteca, con la Banda… con los conciertos de, vuelta en, El Euterpe, o en el Refugio, con la magia de Llibres Chus, con los talleres de la Biblioteca… es raro encontrar una simbiosis entre lo público y lo privado, pero hay excepciones que se agradecen. Y de esa buena sintonía nació la primera Fireta del Llibre.
No. No nos encontramos un montón de stands llenos de escritores de postín. Los libros que allí se vendieron no eran best-sellers. No hubo hueco para Editoriales pedantes, ni para gente que cuando acaba de firmar se pira contando los ejemplares que ha vendido.
La Fireta fue más el paseo diurno de la loca idea de Chus Seva de su pequeña tienda a una plaza del «poble». En ella, una carpa para cuenta-cuentos con un espacio de sillas que se quedó corto para tanta petición. Nombres familiares como Iria Fariñas, Margarita del Mazo, Alberto Celdrán o Pablo Albo en el lado protegido de la mampara de las firmas. Todos escritores con un contacto directo con Sant Joan y sus alrededores cohabitando con un poco de reivindicación chovinista de la recientemente renombrada Biblioteca Amelia Asensi Bevià, cuando se cumplen 10 años de esta Biblio y su Archivo Municipal.
La ilusión cabe en una pequeña bolsita roja. Y lo que no entra ahí, vuela en la imaginación de esos nenicxs culturetas que escuchaban atentamente cada cuento, cada historia, cada instrucción en el taller… la escuela es importante, pero hay matices de la vida que no se educan si no se empieza por tener una paleta de argumentos con los que colorear los vaivenes que luego, quieras o no, te encuentras.
Por eso, es tan importante, que haya una firme apuesta por educar. Y no hay mejor manera de hacerlo que con libros, con la tradición oral, con la inventiva, con los retos, con los juegos que luego podías ver en el parque contiguo a la plaza Josep Carreras…
La ebullición de todo eso, tiene su reflejo en el éxito de la Fábrica de Paraules, en los Sold Outs del Euterpe, en todos los que sin vivir en Sant Joan nos obligamos a comprar nuestros cuentos en Llibres Chus, o vamos al Mercado de Benimagrell, porque aparte de trastos y fruta hay música…
Todo eso es lo que da luz a una población. La mejor inversión de futuro que un ayuntamiento puede hacer, que no es otra que enseñar a convivir con la cultura.
Si al poco dinero que eso cuesta, le unes la militancia de gente como Tere, Conxa o Chus y las ganas que siempre demuestra la gente… no es difícil creer que la segunda edición debe estar planificándose ya. Porque más allá del cuento en si, está el concepto de quien luego se toma una cerveza en algún bar, o se queda a comer, o pasa por el mercado a comprarse la fruta de la semana, el pan, o unas aceitunas.
A veces, nos volvemos locos, pensando cómo atraer determinadas atenciones. Y resulta que no hay mejor eslabón para mover el mundo que la dinamización cultural. Chus lo sabe, Alberto lo sabe, Raquel y Fran lo saben, lo saben Mise y Toni Cuatrero, los medios lo sabemos, los niños, la concejala y el alcalde lo saben… y justamente por eso, Sant Joan brilla con una luz diferente, iluminando no sólo a la gente del pueblo, sino a muchos que aplaudimos desde nuestras bicis y coches aparcados, todas estas maravillosas iniciativas.
Esperamos con ansia el segundo capítulo. Y lo bueno es que aunque lleve una firma determinada, pasará a la historia con una autoría popular. Porque, como ocurre con los buenos cuentos, lo importante no es quien lo empieza a contar, sino como lo interpretan los que aprecian su final.
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