No todo en la vida es música, pero seguro que todos los momentos importantes de vuestra existencia tienen una canción adherida a ese beso, el primer llanto de vuestro hijo, el chupito que os tomabais con vuestros colegas, o el único partido que ganasteis en la Liga escolar de no sé que deporte, seguramente fútbol.
Si la música es importante, el humor no lo es menos, porque seguramente en todos esos instantes épicos estabais sonriendo, señal inequívoca del placer, ya que, según los científicos, la felicidad es, básicamente, liberar endorfinas, y para eso, en este país, pocos médicos hay tan buenos como Quequé.
Todos sabemos que con la legión de idiotas que hay expandida por esta nación bipolar, podríamos llenar decenas de veces el estadio de Maracaná. Unos se hacen llamar políticos, otros van tocando timbres tratando de engañar a l@s viej@s, los hay que se hacen teleoperadores, periodistas subjetivos, profesores sin vocación, camareros, ladrones de guante blanco… y los que tienen un poco de mejor humor, quienes se autodefinen como monologuistas, es decir, los que tienen una vida de mierda, como la tuya, pero la saben matizar hasta el punto de sacarle partido contándotela a cambio de entre 10 o 30 euros y una hora y pico de sonrisas.
El viernes, mientras Europa sufría una de las peores masacres de su historia yo, y unas cien personas más, nos estábamos partiendo la caja de mala manera en el Clan Cabaret, el bar alicantino que mejor entiende la importancia de la risa.
El problema es que nosotros, a parte de idiotas, somos cronistas (no de lo social, que esos son más que idiotas: gilipollas), y que nos dedicamos a hablar de música. Y os preguntaréis ¿qué tiene que ver Quequé con la música? Pues, como es de Salamanca (manca manca), como Ricardo Cavolo, imaginamos que leyó la historia ilustrada de la música, y pensó ¿y porqué no yo?. Afinó esa voz profunda que él tiene, eligió un buen repertorio con canciones de ACDC, Extremoduro, Deep purple… y (ejem ejem) los hombres G y buscó anécdotas para completar el par de horas de espectáculo que componen lo que decidió llamar «Malditas canciones«.
Somos viejóvenes, pero no cabrones y no vamos a haceros la putada de contaros los chistes buenos, los gags, los gestos… porque así, a lo tonto, amigos sin capacidad de síntesis y los trailers que no dejan pie a la imaginación, nos han jodido unas cuantas películas, y como esto no es un concierto en el que puedes fardar de tu capacidad de mirar la Wikipedia mejor que tus competidores, pues os diremos que aunque no es el mejor cantante de la historia, divertido es un rato.
Algunos diréis que para pagar 10€ os metéis a la web de la sexta donde podéis ver, por partes, casi todo lo que este espectáculo ofrece. Pero como nos apellidamos Live music, os aseguramos que no es lo mismo y que si estáis dudando, no seáis tontos e ir a ver a Quequé, que con la cantidad de farsantes sin sentido del humor, que se hacen llamar monologuistas, que hay sueltos por ahí, para uno que te hace reír de verdad, no deberíais perder la oportunidad de verlo, porque la carcajada, a parte de acrecentar tu felicidad desestresa y seguro que además de idiotas, viejóvenes y necesitados de sonreír, estáis estresados. Así que si Quequé no vuelve, podéis cogeros el AVE, que ahora en dos horas estás en Madrid y seguro que allí es más fácil encontrarlo, y sino iros al Clan cabaret, que si el monologuista es malo, siempre os queda la opción B, de beber.
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