Últimamente, tengo la suerte de acudir a un sinfín de debates sobre el estado de la cultura en la Provincia de Alicante. El denominador común de todos ellos es la parcialidad endogámica que parece impedir que los gestores se mezclen con los artistas de la calle, los viejos con los jóvenes, los de izquierda con los de derechas… y así un sinfín de gilipolleces que convierten un supuesto intercambio de opiniones en una reafirmación de lo que ya traíamos pensado de casa.
Ayer, en el Marq, PROA, un supuesto foro de opinión y debate, congregó a unas 100 personas en torno a una mesa con cuatro protagonistas. Es indudable que con los ponentes dieron en el clavo, porque mezclaron dos representantes de los cuatro grupos de personas que furulan por la cultura autóctona: el quejica (encarnado por Isaac Montoya), el romántico (Juan Luis Mira)… y faltaron el vendemotos egocéntrico y el nostálgico, para que el club hubiera sido completo.
El público… no me dejaron preguntarlo, pero entre el centenar de asistentes dudo que, aparte de mí y de una chica de la bancada de mi izquierda hubiera alguien de menos de 40 años en toda la sala.
Y así, tras una breve presentación de Francisco Martín Irles, decano del CDL-Alicante, comenzaron los speeches. El primero, del representante de ACOA (Asociación de Artistas Contemporáneos de Alicante). Su papel, básicamente, culpar de todos los males a Valencia: «no nos hacen caso», «no nos dan dinero», «somos el 37% de la población y nuestros museos no reciben ni 100.000€», «si tuviéramos fondos ¡ya verían!». Razón tenía toda y los datos no engañan, pero personalmente, tengo la sensación de que en esta tierra se pierde demasiado tiempo en recopilar y criticar todo lo que otros hacen mal, pero cuando hablas de propuestas, todo se limita a: «hemos presentado muchas», «estamos trabajando en ello», «no tenemos suficiente capital«… cosa que rebatió, más tarde, el sr Mira con un lacónico: «Cuando alguien tiene una buena propuesta, no hay Comunidad, ni político que se atreva a decir: no». Lo que nos deja dos opciones: o los políticos de Valencia son unos zoquetes (que también), o tus supuestos proyectos no son tan buenos como te crees. El centralismo y la descoordinación es evidente, la forma de exigir y combatir no lo tengo yo tan claro… a lo mejor es que el dinero se destina a cosas como las Hogueras, el turismo de cruceros, los pelotazos inmobiliarios, construir 100 museos pequeños en lugar de repartir bien las competencias de los que ya tenemos… en lugar de trabajar cositas sin importancias como la educación o el fomento de la cultura, base de que los futuros proyectos tengan éxito.
El segundo turno de palabra fue para Juan Luis Mira. Éste me gustó más, porque partió de un romanticismo con el que me resulta más fácil empatizar. Su análisis, sin power-point, fue más una sucesión de experiencias vividas. Compartimos el diagnóstico de vista cansada que requiere unas gafas de lejos que nos haga ver más allá del cortoplacismo que tanto daño hace por estos lares. Y con ese punto de partida, lo demás es una cuestión de tiempo: la sensibilidad en el otro lado de «la cama», el amor por lo alicantino, el creerse, no más sino, lo que somos, la autocrítica, el valor y el futuro. Como he dicho, últimamente, voy a muchos debates de este tipo, y en todos hay alguien que habla de que tuvo este mismo debate, con estas mismas opiniones, hace 20 o 30 años. ¿Por qué no varía la retahila? he ahí la cuestión.
Por último, Guillermina Perales (la única mujer participante) puso la coherencia y la practicidad ¡qué falta hacía! Las utopías y las críticas están muy bien, pero lo que le falta a los artistas de esta tierra es idiosincrasia. A mí también me pasa que tengo la sensación de que en Alicante los artistas crean para volar a la menor oportunidad (a Valencia, a Madrid o a donde puedan).
Las novedades interesantes se silencian como si no existieran, todo el mundo cree haber dado con la tecla, pero hay tanto ego disperso que se olvida que lo importante es tener un teclado no una sola letra. Es obvio que un alto porcentaje de los presentes sólo viven la cultura institucional: la del teatro principal, el MACA y el Información. De ahí la media de edad… pero más allá de esa realidad hay miles que se quedan sin voz, que no necesitan millones de euros, ni miles de metros para llevar a cabo sus propuestas. En otros lugares donde viví, se llamaba pertenencia o búsqueda de identidad y si algo he aprendido en mi vida es que sin experimentación y sin riesgo no hay cambio. He ahí el gran problema y la discriminación real de la cultura alicantina: el miedo al cambio, el temor a no tener una justificación de Valencia, o del político caducado para tus fracasos y tus errores (que hay que tenerlos). Ahhhh y la difusión, algo de lo que nadie habló, pero por muy buena que sea tu propuesta si no tienes quien la cuente y la extienda de poco vale…
Discriminar, también, es no ver que hay 300 grupos de música, más de 100 de teatro… que, aunque el Diario Información no lo diga o el sr Montoya no se haya enterado, este fin de semana hay más de 200 propuestas culturales entre exposiciones, conciertos, recitales de poesía, presentaciones de libros, espectáculos de danza, teatro… cuentacuentos, concursos de pintura, festivales veganos… en uno de los datos, se habló de un estudio, a nivel nacional, de propuestas culturales en el que Valencia era la cuarta y Alicante ocupaba el lugar 28. Luego resulta que viene un valenciano a tocar a Alicante y te dice que: ojalá existiera allí un Alicante Live Music, una Asociación de Cantautores, un Taller Tumbao, un Circarte, un Abril En Danza, un Photoalicante, una Comisión de Cultura, un MakerCig, un Llibres Chus, un Freaks, un Pynchon… es obvio que con la pasta tienen más infraestructura y quien quiere un motivo de queja: ahí lo tiene, tienen más presupuesto para que los elitistas sacien su sed de ver la mejor obra de teatro del momento, o al grupo que más discos vende en un Palacio digno de la más guapa de las princesas de Disney.
Nuestra infraestructura es diferente, con 6 o 7 ciudades referentes en apenas 100kilómetros, con una cantidad de artistas por metro cuadrado que ya les gustaría a otros. Valencia está muy lejos, pero Murcia y Albacete no y Madrid, con el AVE, tampoco. Como reclamaba Juan Luis Mira, tras la corrupción y los escándalos, empieza a haber cierta sensibilidad en el relevo político. Se empieza a valorar a nuestros referentes (Estruch, Sol Picó, Sempere, Futuro Terror, Rosy Finch, Chapí, Arniches…), se tienen en cuenta las tradiciones, se experimenta, se buscan fórmulas como el Hip Hop, el arte urbano, la poesía, proliferan los locales, las programaciones culturales en todos los rincones de la provincia… amig@s el futuro no tiene corbata. Ni el Información va a tener la exclusiva, ni va a partir de tres monólogos en un edificio grandilocuente. Los debates de verdad, están en la calle, ahí donde la discriminación se combate con ruido, con color, con altavoces, no con pataletas por millones de euros que irían a la basura como han ido otros muchos.
Escuchen lo que las ciudades les dicen, como yo les escuché ayer a ustedes. Cambien por un día su entrada en el Principal por un paseo por otros rincones y serán conscientes de dónde está la discriminación y por qué hay que luchar, que, básicamente, son dos cosas: la educación de la sensibilidad (y del criterio) y el desarrollo de la empatía, verán como después ni Valencia, ni Europa, ni Dios nos niega lo que nos hemos ganado.
El concepto de comunidad es un buen punto de partida, el error, en mi modesta opinión, es creer que esa Comunidad es lo que ayer vieron allí. Quizá tengan la llave, con la presencia de la Diputación y el respaldo de las dos grandes universidades, además de la experiencia latente en aquella sala del Marq. Pero pongámonos las gafas de lejos y pensemos en quién va a coger el testigo de lo que proponen, salgamos a la calle, busquemos cohesión y empecemos a escribir una nueva historia en la que el discriminado sea otro…
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