«Las palabras curan como los besos de mamá» ese es el mejor resumen para una mañana de sábado con poesía. No voy a negar que los dos vermús contribuyeron a hacer más llevadero el recital de Lola Miralles y Lujo Berner, pero desayunar risas mezcladas con Tom Waits, y almendras sin partir de la abuela Dolores como aderezo, es un placer que cuesta menos que un viaje en cercanías a Elche, a Murcia o a California.
«A veces, la vida es la hostia» y otras es un puto centro comercial de 5 plantas de precariedad, o el velatorio, entre descojonos, del abuelo Pascual. El surrealismo es una virtud, por desgracia en desuso. La gente es tan simple que cuando escucha independencia piensa en Catalunya. Tan ingenua que cree, a pies juntillas, que una tele o una radio comercial va a entretenerte más que una poetisa alicantina, con mucho talento (por cierto) y un surfero murciano que rima las olas con la vida.
Ejercitar los oídos, aunque sólo sea una hora a la semana, es una práctica necesaria. Hay suertes como ver un recital de jeringuilla, como instrumento musical de viento, o un doble sentido flotando en el aire, que no tienen cabida en un sofá, ni en un tardeo, ni en una tarde de fútbol. La curiosidad y el ansia de explorar, hacen que nuestras aburridas vidas tengan cierto sentido. Llámalo literatura. O, simplemente, ponle letra a esa canción repetitiva que taladra tu cabeza cada día de monotonía.
Letras de Contestania y The october Press, crean una sinergia metafórica hecha tren, cada 2 sábados. Un viaje sin billete de vuelta, un respiradero descontaminado, un punto de encuentro, en la ciudad de los desencuentros. La escusa es la poesía, pero podría ser el vermú, o la ilustración, o algo aún mejor: el ansia de descubrir, o más concretamente, recuperar la curiosidad.
He ahí la palabra sin rima… la cruz de las minorías… el snobismo mal entendido… el desprecio innecesario… lo que nos hace humanos y asesinamos a base de estupideces que entierran los temas de conversación interesantes, las tertulias, los turnos de palabra… la escucha y la interpretación.
Sólo los curiosos pueden agradecer este merodeo literario, este descubrimiento gratuito, esta salvación sabatina, este castellano con más de mil palabras, con sujeto, con predicado, con onomatopeyas, anáforas, antítesis… y más de cien interpretaciones distintas. Ir más allá, no cuesta más que sentarse en el vagón y dejar que otros te lean el libro que ameniza este viaje llamado vida, que tiene más sentido cuando los poetas recitan para ti…
Y tú sólo escuchas. Con el vermut, la aceitura y tu cerebro dando aplausos de felicidad.
Lola Miralles dice
Madre mía, qué arte crítico tienes y qué ruborizada me ha dejado tu reseña. Mil gracias por esas mil palabras, que aunque no lo sean, lo parecen por lo redondas y totales.