El Ayuntamiento de Alicante, la presidenta de la Federación de Hogueras (Toñi Martín-Zarco) y el maestro mayor del Gramio de Artistas de Hogueras (Joaquín Rubio) han llegado al acuerdo de retrasar Las Hogueras de este año hasta que la vacunación contra el Covid-19 alcance una relativa inmunidad comunitaria. Por lo tanto, no se celebrarán en junio.
Cuando las circunstancias lo permitan, se creará una asamblea de los miembros de Hogueras para decidir si es viable el traslado a otras fechas que permitan su celebración con normalidad. Esta decisión se hará oficial con la publicación de un bando o un decreto firmado por el alcalde en los próximos días.
Las prioridades están claras y aunque a todos nos trastoque esta circunstancia, es preferible poder disfrutar las fiestas al 100% que arriesgarnos a sufrir brotes innecesarios.
Quizá esta disyuntiva, podría aprovecharse para buscar vías diferentes para todos los fallos que la ciudadanía ha ido criticando en los últimos años: un nuevo sitio para lanzar las mascletás, los problemas de ruido y cortes de tráfico en el Centro, la presencia de la Cultura (no tradicional) en la fiesta, etc.
Las renovaciones suelen venir de grandes cismas, y tras dos años sin fiesta poco se ha discutido sobre la conveniencia de llevar a cabo cambios para que ese 50%, más o menos, de la población que está desencantada, se suba al carro de una fiesta que debería representar a todos los alicantinos y las alicantinas.
Pero bueno, eso exige una implicación del Ayuntamiento para algo más que para hacerse fotos y un relevo generacional que no parta de la mera herencia, sino de la transformación emprendida desde colegios, hasta centros culturales, pasando por la independencia de los barrios, la sostenibilidad y el respeto por el patrimonio y las tradiciones.
Habría mucho de que hablar. Y ahora hay tiempo para ello.
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