A mí, en la EGB, me dieron decenas de materias que se adaptaban más bien poco a la realidad que ahora me toca vivir.
La cosa no ha cambiado demasiado, pero si hay unos márgenes, que dando con el colegio (público) adecuado y una profesora implicada, puedes verte participando en la educación de tus hij@s con una guitarra, un piano o una batería, en la versión adaptada del «papá viene a contar qué hace con su vida».
Con 4 años todavía no entienden la aplicación práctica de un ritmo, ni lo que es un estribillo. Tampoco les puedo contar todas las horas de psicólogo que me ha evitado desahogarme tocando. Ni cómo todo lo que hoy les hemos contado, se va adaptando a tus gustos, a tu criterio y a una vida que es mucho menos triste, con una buena banda sonora.
La parte positiva (sorprendente para algunos), es que en ese ansia por aprender que tienen, puede (y debería) haber hueco para esto, para cuentacuentos, para experimentos científicos, para padres que hacen fotos, madres que fabrican audífonos y otras realidades que pueden formar parte, o no, de lo que mañana serán sus sueños y sus aspiraciones.
A mí, personalmente, me ha inspirado mucho la experiencia. Seguramente, ha sido el público más difícil que nunca he tenido, pero igual por eso, la satisfacción es, si cabe, mayor. Y espero que ésto, algún día, sea más que un hueco circunstancial en mitad de un proyecto de trimestre, una rutina que permita al criterio, al amor por las artes y a los artistas, tener la importancia que merecen en el sistema educativo.
Pero para eso, aparte de hablar con maestras y progenitores, habría que contar con un apoyo más práctico de las instituciones. Igual a quienes las regentan, no les hubiera venido mal que en el programa educativo que les instruyó para la vida, o en el ascensor que les subió hasta donde están, se hubiera dado más importancia al civismo, a la empatía o a la necesidad de forjar un criterio. O a hacer planes a medio-largo plazo, como hago yo con mi hija.
Quizá, viendo las necesidades de las que están solas ante el peligro cada día, ideemos un catálogo que, aparte de acicate educativo, dé trabajo a unos cuantos artistas adaptando lo que se quiere enseñar, con lo que el teatro, los títeres, los cuentos o la música pueden aportar. Si te animas a colaborar o compartes la visión, mándanos un mensaje y hablamos de cómo intentar sustituir las tablets y los móviles, por cultura y educación.
Mientras tanto, no dudes en formar parte de la educación de tus hij@s. Porque capacidades para aportar lo que el colegio no les puede dar, tienes de sobra. Sólo hace falta un poco de imaginación (y tiempo).
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