Las despedidas de soltero y los excesos de algun@s han desprestigiado una buena costumbre como divertirse a la tarde. El término «tardeo» se asocia al ruido, a la degeneración y al chabacanismo, pero tiene una acepción snob/cultureta relacionada con el buen comer, la tertulia y la cultura que no deberíamos olvidar.
Esta pandemia nos ha jodido en muchos aspectos, pero quizá, en lo referente a la cultura, nos ha ahorrado muchos años de pruebas y errores. Primero con la venta anticipada de entradas y ahora con la reorganización de los horarios.
Llevamos tiempo rompiendo una lanza por los conciertos mañaneros. Aplaudiendo los talleres de los sábado y domingos al mediodía, inmiscuyéndonos en la, cada vez más amplia, oferta cultural infantil/juvenil… todo es cuestión de acostumbrarse o de cambiar hábitos, porque ¿quién se iba a imaginar que podríamos disfrutar vienda a The Limboos, The New Raemon o a los Derby Motoreta´s a la hora del vermú?
Más que abrir un debate sobre la hora adecuada, se trata de encontrar un equilibrio entre lo que toda la vida nos ha satisfecho y la adaptación de la cultura a las necesidades particulares de cada uno. Y, al menos en Alicante, los consumidores de música y teatro, nacimos (casi) todos entre los 70 y los 90, vamos que quien no tiene hijos, tiene un trabajo con horarios incompatibles con acostarse a las tres de la mañana un miércoles. De ahí, que, aún teniendo en cuenta los márgenes reducidos de aforo, todo el mundo está de acuerdo en que ha habido más gente en los conciertos matutinos/vespertinos, que en los saraos nocturnos, y en petit comité, de las viejas salas.
Las últimas medidas restrictivas han llevado al adelanto, también, de las obras de teatro. Quizá, hasta ahora, hemos estado cerrados en banda con esa teoría de que España es diferente y ésto no es europa, cuando con una obra a las siete de la tarde, uno puede plantearse salir de su círculo habitual. Nosotr@s sin ir más lejos, nos fuimos el viernes a Villena: comida en un restaurante que teníamos pendiente, café con patxarán, paseo por el castillo y rato de asueto cultural.
A las 21.00h estaba en casa acostando a mi hija. Y, sin bares, nos dio tiempo a acabarnos «Los favoritos de Midas» y acostarnos antes de la medianoche. Pero vamos, que si se trata de fomentar el consumo, cuando esto acabe, en lugar de meterte en casa, puedes cenar, tomarte una copa o, porqué no, pecnoctar en Alcoi, Villena, Orihuela, Denia o Xabia.
Porque, obviamente, el sábado te levantas sin resaca, con el día por delante para hacer muchas más cosas: una ruta, una matinal de terrazas y tapas, un tallercito, o un paseo de jubilado por el puerto.
En fin, que uno no sabe si querer u odiar a Ximo y a Pedrito. Pero más que un intento de ser positivos, pienso en todas las tardes en las que me he aburrido o he recurrido a la versión chabacana del tardeo, pudiendo gastarme la mitad yendo al teatro, viendo un concierto o dando un toque alternativo a la hora de la siesta.
Deja una respuesta