Uno debe coger con pinzas las noticias sobre suicidios. No siempre lo obvio prevalece en un fin que deja un poso de dudas en la familia y los amigos de la «víctima». Y, justamente, ese respeto es el que hace que el hecho, en si, no pueda ser noticia. Más que nada, porque amarillear o simplificar los porqués, no entra en el libro de estilo del periodista serio, aunque muchas veces, resulte excesivamente fácil hilar las causas con la tragedia.
Así que antes de cometer un error, hablamos con varios psicólogos que nos ponen en antecedentes de lo que un suicidio en si representa: hastío, depresión, falta de ganas de luchar o ahogamiento ante una situación que una mente no tiene porqué saber resolver sin ayuda.
Aner, un maestro amigo que, siempre aporta su granito de arena a este tipo de debates, profundiza sobre porqué el sistema nos educa para el triunfo, pero omite la opción del fracaso, o más bien, exagera hechos que eran intrascendentes cuando la solidaridad se imponía al egoísmo.
Elena, que ha visto crecer con la pandemia la cola de su consulta psiquiátrica, siempre dice que el único problema que tienen la mayoría de sus pacientes es no tener dinero. Y ahí, Aner apostillaría que: «tampoco nos educan para adaptarnos a los imprevistos». Y más si estos imprevistos se alargan como esta interminable línea torcida hacia abajo que ha dibujado el puñetero Covid-19.
La prensa no está para especular, aunque muchos medios hayan hecho de la teorización su libro de estilo. El dato objetivo es que más de 100 personas se suicidan en la provincia de Alicante, cada año. La triste realidad es que el hecho de no poder pagar facturas, o estar metido en un pozo sin fondo, es una causa injusta, pero habitual.
No hay datos oficiales de suicidios, ni de sus causas. De hecho, suele haber un ocultismo al que los medios contribuimos. Pero titular «se suicidan dos hosteleros de Alicante» o «La ruina lleva a un parado al ahorcamiento» no sería, del todo, ecuánime.
Eso sí, más allá de la noticia hay una evidencia que denota, una vez más, la falta de empatía acuciante con esta crisis. Todos los políticos se vanaglorian de repartir ayudas, o de decir que x estamento ayuda más que el otro… pero en la realidad, los pagos siguen siendo una lacra para gente que con esta situación no ingresa un duro. Puedes aguantar un mes, o hacer equilibrismos mágicos y durar tres o cuatro, pero tras más de un año, los cargos de las cuotas de autónomo, la seguridad social, los alquileres, las hipotecas y esas cosas que los emprendedores y los trabajadores tienen, siguen ahí.
Y cuando uno hace evidente su ruina, o declara su insolvencia… sigue habiendo quien promueve políticas de desalojo, escudándose en los falsos robos o las ocupaciones, para facilitar el desahucio. O peor, el desahucio y la obligación de seguir pagando lo que ya te han quitado…
El suicidio no es consecuencia, normalmente, de una mala racha. Cada persona está sometida a sus estreses y enfados particulares, pero trata de encontrar mecanismos para sobrevivir lo mejor posible con lo que tiene. La ecuación falla cuando una crisis te deja sin tu activo, sin tus ingresos, sin tu subsistencia básica y quien debe ayudarte, en lugar de hacerlo, permite que el ahogo se magnifique.
Y eso, no es una cuestión política, sino un hecho moral, de ética, o, para los de derechas, imagino que de religiosidad: la capacidad para primar a la persona por encima del interés económico. Porque por mucho que nos lo vendan de otra manera, aquí, el interés monetario no se centra, como debería ser, en la microeconomía de Pymes, o de personas con nombre y apellidos. De esta crisis, siguen saliendo beneficiados los especuladores, los bancos, las grandes empresas que se llevan las ayudas europeas… y tras ese suicidio que queda impune, sin nombre, sin titular, hay unas siglas de partido apretando la cuerda, un banco abriendo la ventana del balcón, o una deuda evitable fabricando el ataúd.
No puedo titular noticias que no se pueden contrastar. Pero sí puedo denunciar que si siguen jugando a hacer el gilipollas, las de las tres personas que se han suicidado esta semana no serán las últimas esquelas que veamos.
Eso es un hecho. El titular lo podéis poner vosotros.
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