«If» es uno de los mejores discos que se han publicado en España este año y, lo cierto es que, de camino al Un buen día, nos íbamos preguntando como lo iba a hacer el músico de pelos largos para transformar en acústico, toda la distorsión, y los ritmos, de temas como «Oh no» o «tell you».
Llegamos un poco tarde, pero, en seguida, nos dimos cuenta de que la electricidad habitual, que desprenden los amplificadores de la banda murciana, iba a ser sustituida por la energía que se genera cuando uno se sienta ante un escenario y deja que el calor fluya… De hecho, nos hubiéramos ahorrado pagarles unas cuantas facturas a los cabrones de Iberdrola si hubiéramos podido almacenar toda la electricidad que allí latía.
La intimidad y la cercanía son dos de los conceptos más complicados de conseguir cuando uno se sube a un escenario. Pero después de comprobar que el «Oh no» sonaba diferente, pero igual de bien, en Umplugged, nos sentamos, cerveza en mano, junto al resto del público. Como un campista que se sienta ante el fuego a escuchar fábulas para despedir el verano, dejamos que el sonido country de «a branch in a forest full of love», acabara de arrancar las telarañas de nuestra percepción y nos dejamos llevar a través de las notas de un pasado no muy lejano con la inestimable ayuda de Ken Stringfellow.
Tratamos de sustituir la batería con nuestras palmas y el resto de la instrumentación con tarareos y «nananás» improvisados, y la máquina del tiempo de seis cuerdas nos llevó entonces al 2012. Allí, nos dimos cuenta de que ya llevamos unos cuantos años enamorados de los Neuman y de que aquel cielo de plástico se ha ido abriendo poco a poco, hasta que un vendaval de buen gusto ha acabado con todas las nubes negras que se han encontrado por el camino.
Con «tell you», dijimos adiós dejando abierta esta conversación sosegada en mitad de una noche de viernes. A ver si el 17 de octubre podemos continuar con el diálogo en el Planta baja de Granada…
Por cierto, que como nos quedamos con ganas de un poco de distorsión, y somos tan jodidamente melómanos, acabamos en el Pirata del barrio bailando unas versiones de los Stones con los chicos de Control Stone. No tenían el mejor sonido del mundo y suponemos que Keith Richards, con lo que le gustan las palmeras, se perdería por Elche, o por la playa de San Juan, pero bueno, la verdad es que Santi, el cantante, sí que es lo más parecido a Jagger, de joven, que hemos visto últimamente, así que nunca está de más escuchar el «Paint it black» o el «sympathy for the devil» en directo, antes de irse a la cama 😉
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