Es triste que sea noticia que una vez al año un puñado de bandas alicantinas se junten en una caja negra a dar conciertos. Casi tanto como que haya que montarse un festival para que se pueda dar el caso, vamos que en muchos rincones del mundo, el Plataforma es la rutina de todas las semanas de jueves a domingo y aquí es una noticia a celebrar que un sábado al año las bandas convivan, el público aparque sus etiquetas y la curiosidad inunde una Caja Negra que lo mismo acoge una presentación de un programa de televisión, que una obra de teatro, que un concierto para niños…
Quizá el problema real venga del interés, ya que en el resto del mundo, estas «movidas» parten de la mezcla del ansia por transmitir de las nuevas generaciones, de la demanda del público y de la autogestión… y aquí, en contraposición a esto, tenemos: una generación perdida vaya usted a saber donde, un público aséptico y muy poco movilizado y un miedo terrible a enfrentarse a situaciones como una ocupación, una demanda colectiva o el simple compromiso de formar parte de un algo que funcione solo, como funciona en los Gaztetxes de Euskadi, en las Salas Okupas de Berlín, Bruselas, Madrid, Barcelona… o en los centros culturales/juveniles autogestionados de muchos rincones de España.
A estas alturas, todos sabemos que los ejemplos de otros mundos no son importables a Alicante, porque los factores im (imprevisible e impaciente) tienen más poder que el «vamos a hacerlo» que pone en marcha mecanismos que, como aquí, también parecían imposibles en otros lados.
El Plataforma es otra isla dentro de un ecosistema que empieza a conformarse. Hace unos años parecía imposible que pudiera haber una cartelería decente, una Agenda unificada con más de 200 eventos semanales, un mapa cultural, un registro de los cientos de grupos que conforman el entramado musical de la provincia. En tres ediciones del Plataforma (más el M Festival del año pasado) han pasado unos cincuenta grupos de Alicante por su cartel. Como en todos lados los hay, buenos, regulares y malos, pero si para algo ha valido esta iniciativa, es para ponerlos en valor a todos. Esta vez fueron cinco bandas de Aquí, una valenciana y una portuguesa en 8 horas casi ininterrumpidas de música en directo.
Lo del sábado…
La organización ya no se complica mucho la vida (y hace bien): una barra, unos vinilos en la puerta y un buen técnico de sonido sobra para que la tarde vaya bien. Luego están los gustos y las pertenencias. Yo como estoy en medio, os diré que me gustó el concierto que abrió la veda: el de Piñata: rudo, potente e intransigente. Cementeri, creo que fue la representación práctica de lo que yo entiendo por escena alicantina, que si alguna etiqueta puede tener es punk. Punk rabioso y quejica. La lástima es que el punk, el garage autóctono y el stonner moderno no tengan una casa donde fluir en directo por estos lares… El concierto que más me sorprendió fue el de Las Víctimas Civiles: irreverentes, buenos músicos sin pelos en la lengua, un frontman bastante loco y una música con matices de Pablo Und Destruktion, mezclados con la parte más sucia y desconocida de los 80 en España y un concierto que duró lo justo para dejarnos a todos con las ganas de más.
También molaron, como siempre, Les Pick Ups que pusieron el toque garagero a la night con su nuevo disco «Shake and break». Están mayorcitos, como todo el legado del buen gusto que todavía queda en algunos rincones de la provincia, pero ya les gustaría a muchos de esos jóvenes ausentes que gastan sus energías en emborracharse, tener la fuerza que estos cinco glamourosos músicos transmiten cada vez que se ponen delante de garrulos como nosotros.
En el debe de la tarde… el pasotismo de Triple Ente… sé lo complicado que es tocar a la velocidad que tocan ellos y que quizá la desidia forme parte del show. Pero desde fuera, daba la sensación de que no les apetecía una puta mierda tocar, de hecho, daba la sensación de que ni se habían molestado en ensayar un poco para el concierto. Nada que ver con el concierto que dieron en San Vicente hace unos meses, así que entiendo que fue una mala tarde que salvó el ímpetu y la precisión de la batería… y lo mismo me pasó con Maestro Burlador. Me dejaron la sensación de estar viendo a 4 bandas diferentes en un mismo escenario, el guitarrista vendía rock progresivo, el bajista Hardcore, el batería bastante tenía con llevar el ritmo y me dio la sensación de que tocar después de la parte dura del cartel les pesó y en vez de «vender» su propuesta quisieron ofrecernos algo que no creo que sean después de haber visto esa misma propuesta en acústico un par de veces.
A The Parkinsons no llegué porque tras 3 días de jarana el cuerpo me pidió cena y cama. Pero sí que me dijeron que quedarse hubiera merecido la pena, porque los portugueses cerraron una buena noche con una mezcla de Rock y Punk que puso efervescente a la parte más radical del público.
Primeros 500 párrafos , como siempre, lloriqueos y drama. El resto genial. Mis favoritos fueron Piñata y Víctimas Civiles. Las Cigarreras siempre acierta!
Lloriqueos y dramas? Algún día yo también me limitaré a que me lo den todo hecho y echaréis de menos los lloriqueos…