Tras unas reflexivas vacaciones de Navidad, me ha parecido pertinente retomar el boletín diario con una reflexión de lo vivido, o lo entendido (más bien) en este periodo.
Buenos días Alicante!
En la vida hay dos colectivos que deben meditar sus palabras antes de usarlas: Los periodistas, para no llevar a equívocos en y los políticos, para evitar confundir. No es que ni unos ni otros sean imprescindibles, y es bueno que en ambos gremios haya variedad, calidad y que nunca olvidemos que aunque no es nuestra culpa la irascibilidad imperante, todos podemos aportar nuestro granito de arena para mitigarla.
Al fin y al cabo, si algo nos han demostrado estos días sin informativo, es que hay datos que no se miden con números y ahí se echan de menos las disecciones sociológicas y filosóficas que diferencien al pensador del erudito. Entre otras cosas, porque todos acabamos pagando, de alguna manera, ese déficit de pensadores, o de referentes con criterio, que eviten revueltas como la de Brasil, guerras como la de Ucrania, condenas como las que se están dando en Irán, o injusticias como las que todos vivimos cada día.
Los precios han subido, aunque maquillen la sangrante inflación con medidas que no valen para nada. Y lo peor es que en lugar de revelarnos, lo normalizamos y con el mismo sueldo, hacemos la mitad de compra, y de cosas.
Seguimos despistados con problemas de medio pelo, que tienen que ver más con matices ideológicos que con lo que en realidad vivimos en el día a día y así, acabamos inmersos en la ironía de necesitar un psicólogo y no podérnoslo pagar, viviendo una inestabilidad que los bancos ni las compañías a las que hay que rendir cuentas cada mes no entienden, mientras sí, todos fotografiamos nuestros regalos de reyes, nuestras ostentosas mesas de Navidad, o la felicidad de reencontrarnos con familiares y amigos que vemos, apenas una o dos veces al año.
Es la primera vez en mi vida, y creo que no he sido el único al que le ha pasado, en la que no he podido hacer un propósito realista de año nuevo, porque en realidad, no sé bien cómo voy a estar mañana. Porque aunque lo normalicemos, la inestabilidad es un maremoto que nos somete y va impregnándose a nuestros horarios de trabajo, a nuestro cada vez más reducido tiempo de ocio, a nuestra vida social y familiar, a nuestras intenciones, a nuestra manera de ver el mundo, a los momentos que deberíamos dedicar a reflexionar y a demasiadas cosas más.
Por eso, este primer minuto y pico del año, debe servir como aclaración de que la síntesis no es más que el principio para que todos, vayamos redefiniendo el tiempo, la reflexión, el debate y la desconexión en un año interesante por los cambios que se avecinan, por las inminentes elecciones y porque la noticia es que, a pesar de todo, hay esperanzas que hacen que podamos imaginarnos, incluso tocar, la parte que diferencia al egoísmo imperante y a la certeza de que juntos hacemos las cosas, o podríamos hacerlas, mucho mejor.
Parece algo obvio, pero viendo los comentarios, las reflexiones en mayúsculas y, sobre todo los silencios que otorgan, me ha parecido necesario recordarlo.
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