Fue curioso lo de escuchar a Rosy Finch en acústico. Más o menos, tuve la misma sensación que cuando escuché el «about a girl» de Nirvana en la versión edulcorada de la MTV. El rebote fue monumental y me cagué en Courtney Love, los productores musicales o el gilipollas que hubiera tenido la «gran idea» de quitarle la distorsión a mi grupo favorito. Luego pasaron los años, y me di cuenta de que hay matices que no se pueden percibir cuando hay demasiado ruido en el ambiente, algo así como cuando no puedes oír la voz de Mireia porque cuatro gilipollas están alargando el tardeo y desvirtuando la fiesta de la música en directo.
Y es que hay que ser retrasado para tratar de eclipsar temazos como «Hyde formula», «sexkynesia» de un disco, el Witchboro, que para nosotros ha sido una de las grandes sorpresas del pasado año. Y, si pensáis que no somos objetivos, también piensan lo mismo publicaciones como Metalcry, Worship metal o la habitación 235, y os podemos asegurar que un grupo seleccionado para la final del Villa de Bilbao no es un grupo cualquiera.
Nos quedan cosas que aprender, cosas que cambiar, cosas que entender… pero desde aquí, queremos dar las gracias a los artistas que nos alegran las semanas, a Maurizio, al Jendrix, y al resto de los bares con música en directo, a los medios que reservan un espacio para la cultura, a los gestores que pierden dinero y tiempo en convencer a los más ceporros y al público que entiende que lo mejor está por llegar y que será bueno que, cada año, celebremos que «espacio libre» tiene una nueva edición. 








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