Fue curioso lo de escuchar a Rosy Finch en acústico. Más o menos, tuve la misma sensación que cuando escuché el «about a girl» de Nirvana en la versión edulcorada de la MTV. El rebote fue monumental y me cagué en Courtney Love, los productores musicales o el gilipollas que hubiera tenido la «gran idea» de quitarle la distorsión a mi grupo favorito. Luego pasaron los años, y me di cuenta de que hay matices que no se pueden percibir cuando hay demasiado ruido en el ambiente, algo así como cuando no puedes oír la voz de Mireia porque cuatro gilipollas están alargando el tardeo y desvirtuando la fiesta de la música en directo.
Una tarde de Espacio libre
Tras la muerte de Lemmy, Paco Rufus y Bowie toca recuperar la normalidad, y para ello, nada mejor que volver a casa, retrotaernos y buscar consuelo en la música local, la que hace que una ciudad suene bien, la que mide la calidad de la cultura que nos rodea, la que nos estremece, a veces, y la que nos ayuda a hacer el recuento de las cosas que queremos cambiar, otras.
La endogamia es la base del funcionamiento de un lugar. Buscar sinergias, aparcando el ego, recopilar, aprender, escuchar, cambiar y encontrar el camino hacia lo que queremos ser. Maurizio Farzi, un italiano amante de la música, lo entendió perfectamente hace unos años, cuando, aprovechando su fabuloso programa de radio underground, Luna Hiena, decidió recopilar las canciones que presentaba en su espacio libre radiofónico, para demostrar, una vez más, que esos que siguen diciendo que Alicante es una ciudad de mierda en la que no se hace nada, se equivocan.
La última prueba es el cuarto recopilatorio de la saga «Espacio libre«, que incluye temazos de Vera Green, Versos Rotos, Morenas, Gimnástica, The macumba brothers, Another you, Red Velvet Cake y otros grupos alicantinos que demuestran que la salud música de la terreta está en buenas manos. Para nosotr@s no es más que el principio de lo que está por llegar. Viendo que el circuito de locales de música crece, que la cantidad, y la calidad, de los grupos también va en aumento, que los medios de comunicación empiezan a apoyar las causas de gestores culturales con ganas de comerse el mundo y que, según parece, quedarán atrás las pegas burocráticas del pasado, podemos ser aún más optimistas y creer que las futuras reuniones anuales de los amantes de las novedades serán más multitudinarias y divertidas.
Pero, de momento, hablemos de lo que aconteció el sábado en el Jendrix… Si aún no habéis pasado por el bandcamp a escuchar y descargaros el disco, estáis tardando. Porque es la premisa básica para entender que hay, al menos, 30 razones para creer en lo que se está haciendo por estos lares.
La fiesta fue, como tenía que ser: una cabina para pinchar los temas de este año, y de los pasados, la gente guapa de la música local: los grupos protagonistas, representantes de los medios de comunicación con más caché, llámese radios, blogs, televisiones o revistas y, posiblemente, el mejor grupo del momento, tocando en directo.
Quizá uno de los grandes déficits de Alicante, en cuestiones musicales, sea el público, carente, muchas veces, de respeto hacia el artista, o simple civismo, de ahí que aunque echáramos de menos algunas velitas en el escenario, la cantante de Rosy Finch, nos ganó un poquito más, si cabe, con una de las frases más repetidas en los conciertos gratuitos de la terreta: «al que no le interese el concierto, a la puta calle».
Y es que hay que ser retrasado para tratar de eclipsar temazos como «Hyde formula», «sexkynesia» de un disco, el Witchboro, que para nosotros ha sido una de las grandes sorpresas del pasado año. Y, si pensáis que no somos objetivos, también piensan lo mismo publicaciones como Metalcry, Worship metal o la habitación 235, y os podemos asegurar que un grupo seleccionado para la final del Villa de Bilbao no es un grupo cualquiera.
Por eso, deberíamos ser conscientes del lujo que supone verlos en directo, sea en el formato que sea. Pero no a ellos, la opulencia real es poder degustar la pureza de un concierto, que la agenda se desborde, apreciar el trabajo que supone componer un tema, la de ensayos que hacen falta para cuadrarlo y el talento que requiere subirse a un escenario y presentárnoslo. Eso es lo que se celebraba el sábado en el Jendrix, lo que nos diferencia de las ciudades vacías, lo que hace que Alicante no sea una ciudad más en el mapa estéril de los drogaderos de la mediocridad.
Nos quedan cosas que aprender, cosas que cambiar, cosas que entender… pero desde aquí, queremos dar las gracias a los artistas que nos alegran las semanas, a Maurizio, al Jendrix, y al resto de los bares con música en directo, a los medios que reservan un espacio para la cultura, a los gestores que pierden dinero y tiempo en convencer a los más ceporros y al público que entiende que lo mejor está por llegar y que será bueno que, cada año, celebremos que «espacio libre» tiene una nueva edición.
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