La vida es un cúmulo de experiencias disfrutadas… creo que por eso vivo en Alicante, porque es una ciudad luminosa, en la que hay sol más de 300 días al año y más de 200 eventos culturales para «gastar» mis ratos de ocio.
Cuando llegué hace siete años echaba muchas cosas en falta. Pero poco a poco se ha normalizado la cultura del Vermú, las cervezas artesanas, valorar el buen comer… y con todo eso, si os fijáis, han ido creciendo propuestas diversas como el Circarte, el Photoalicante, el Abril en Danza, la Muestra de Teatro, La Tapia… mientras locales alternativos iban sumando fuerzas con tascas típicas y con encanto de toda la vida.
La gente de fuera que me visita dice que nota las calles más limpias. Encima tengo cada vez más sitios con encanto a los que llevarlos… Y con esto de la pandemia, creo que hasta hemos ganado unas dosis de solidaridad y chovinismo que, porque no decirlo, nos hacían mucha falta.
No os voy a engañar, me llena bastante contribuir a que la gente vea el potencial de esta ciudad, o más bien, de la provincia. Aún queda mucho camino por andar. Pero procuro no descentrarme con debes. Porque creo que uno de los grandes problemas de esta zona del mundo es la frustración. Un fiasco generalizado que siempre va de la mano de la envidia, el egoísmo y otras cosas que, me gusta pensar que, en parte, ayudo a evitar a través de la conexión derivada de tener una agenda a la que miles de personas recurren para «curarse» cada semana.
Me gustaría que hubiera más militancia, más pelea conjunta. De hecho, nos iría mejor si en vez de mirarnos tanto al ombligo, echáramos un ojo a lo que hay a nuestro alrededor. Seguramente, se reducirían nuestras quejas, habría menos depresiones, más sinergias y tendríamos más amig@s, no de Facebook, si no de verdad, de los que compartes algo más copas y banalidad.
Porque últimamente, haciendo colas para entrar al teatro, o a conciertos, me he dado cuenta de que la gente está muy sola. Y no me refiero a una soledad deseada (y maravillosa) sino a la que te hace buscar acompañantes para hacer cosas.
Tampoco hablo del Tinder, aunque indirectamente, me planteo si no sería más efectivo quedar con un desconocido para ir a un concierto, o a una presentación de un libro, que para follar. Aparte de menos violento, pondría en el tablero unas afinidades que, no sé a vosotros, pero a mí siempre me han excitado más que el concepto «aquí te pillo, aquí te mato».
Os preguntaréis, qué tiene que ver esta reflexión con el ATIENDE ALICANTE. Pues la cosa es que estando en la entrada del concierto, hablando con Miguel Carratalá (ideario de esta locura maravillosa), me di cuenta de que sólo dos personas fueron solas al concierto. Al 80% de los asistentes podría ponerles nombres y apellidos, porque los conozco de otros saraos, o tocan en bandas, o organizan conciertos. Y al resto, los conocía Miguel…
En total, 40 personas para un planazo de viernes. 100 para ver a Xeco Rojo, 50 a Los Giros, el Aula de Cultura no se llegó a llenar con José Mercé… y somos una ciudad de más de 300.000 habitantes.
No voy a ser un necio. Sé que por mucha publicidad que hiciera, no conseguiría llenar los aforos de los 200 eventos que se programan, de media, cada semana. Los datos de visitas a la web me hace pensar que la gente que quiere, se entera de lo que hay. Lo que me pregunto, en realidad, es cuánta gente se quedó en casa porque no tenía con quien ir, cuánta porque no tenía dinero para pagarse la entrada, y cuanta porque necesita un impulso mayor para cogerse el bus, o el coche, y plantarse en Cigarreras como hice yo.
Llevo tiempo pensando que el kit de la cuestión es invertirlo todo en educar. Modelar el criterio y despertar la curiosidad, puede ser el modo de que las nuevas generaciones tengan más inquietudes que las de ahora.
Pero ¿qué hacer con el resto?
Miguel lleva 12 años insistiendo: y van 40. Yo peco de pesado, y contribuyo a un porcentaje de esos 40… pero la provincia sigue teniendo 1.500.000 potenciales «clientes» y nosotros sólo llevamos a 40. Y no es un fracaso, porque el Atiende parte de esa rareza que comparte con clubs de Jazz, el ENSO, el Ros Film Festival, 80 Mundos, el Jendrix o Ateneo. Llámalo raro, alternativo, friki… pero a la hora de la verdad, son los que nos proporcionan las experiencias que necesitamos para sobrevivir. Y encima son «negocios» rentables.
Miguel tiene la loca idea de dinamizar todo el centro para ponerle la experiencia en bandeja a todo el que no se plantea las bondades que aporta consumir cultura. Indirectamente, va a conectar toda esa parte que ha fluido del cambio silencioso que Alicante ha sufrido en esta última década. Una idea maravillosa, que necesita mucho más que 40 personas.
Este post solo pretende que, si no hiciste nada el viernes, nos cuentes porqué. Todo tiene solución (el cansancio, la agenda, los niños, la precariedad) menos la falta de curiosidad. Y si no es así, habría que empezar a valorar qué hacer para que al siguiente bolo, venga gente a la que ni Miguel, ni yo, podamos ponerle nombres y apellidos.
¿Nos ayudas?
Pues yo no fui a nada porque trabajaba en Madrid. Pero confieso que, en algunas ocasiones, me dejo arrastrar por la pereza de ir sola. No suele ser lo habitual, de hecho hoy me voy a Valencia unicamente para ver a los Kings of Convenience. Y vuelvo a ir el sábado para ver la prueba del nuevo espectáculo de Patricia Sornosa. Pero sí, a veces pasa que la soledad pesa.