Aliciente: def «Aspecto positivo de algo, que sirve de estímulo y mueve a una persona a realizar una acción o a actuar de determinada manera.»
«Ie»: terminación de ríe, que sustituida por una «A» en la palabra definida arriba, nos da…
Alicante, def ciudad de herencia fenicia, cuyos habitantes ignoran los estímulos y rara vez se mueven para realizar una acción que no tenga que ver con su ombligo, sea social, cultural, asociativa o de cualquier índole colaborativa y desinteresada.
Las cosas están para cambiarlas. O, al menos, eso nos gusta creer a los ilusos, y las ilusas. Fijaros. Este último fin de semana hubo una medusa que más que escocer picaba en el gusanillo que da acercarse al Maca, aunque sólo sea a ver su fachada.
Resulta que con un simple plástico gigante: el deseado y comercial turismo se convierte en algo más que una masificación de la estupidez y ¡bualá! tiene una performance en forma de crítica, con fondo de música electrónica y cuestiones en el aire como ¿qué clase de visitantes nos gustaría tener?¿qué es lo más importante para que dejen de venir obesos borrachos ingleses y vengan refinados amantes del arte contemporáneo o de la comida gourmet (el arroz)? ¿quién es realmente la medusa? ¿el que pica? ¿o el que se come los ajos del sofrito de ese mismo arroz (que no paella)?
No, no nos hemos vuelto locos. Pero fue muy curioso el surrealismo momentáneo al que nos enfrentamos el pasado sábado. Para empezar: un paseo en bici. Sí por el centro de Alicante, que, al menos, por una semana se convirtió en una ciudad sostenible y europea… (ya sabéis, menos coche y más piernas, menos colilla al suelo y más reciclar, menos gritar y más escuchar…).
Luego, a la hora en la que el aperitivo irrumpe en tu pensamiento plano del fin de semana, te das cuenta de que la policía ha esquilmado cualquier atisbo de soltero de despedida haciendo el cafre en la emblemática plaza del Mercado Central.
Momento C del cambio efímero… la citada medusa, y una ciudad que reflexiona a la hora que la gente vomitaba en las calles hace no tanto tiempo. No hay vómito, no hay vecino quejándose, no hay excusa para no salir… ¿entendéis?
Y para acabar el remate: un festival, pero no de música: Sino el Circarte, irónicamente, en la plaza del Ayuntamiento, no dentro (donde abundan los cómicos sin gracia y los equilibristas de la inmoralidad), sino fuera, donde niños, niñas y mayores, comparten algo. Sí compartir, aquí, en Alicante, sí ¿sabéis lo qué compartían? ilusión. Sí, no hay que tener 3 años, ni ser Peter Pan para que la imaginación se apodere de ti mientras ves a una tal Marta sobrevolando tu cabeza atada a un palo móvil por su fortificado pelo Pan (de Peter) y tene (de tener equilibrio) mientras otra extravagante hada susurra inspiradoras odas en el idioma que sólo comprenden los que no necesitan un significado, para escribir un principio.
De repente, los niños toman el mando. Tienen sed y beben agua, o la desparraman por el suelo, o se suben al columpio porque la limitación de altura no es escusa. ¡Papá ayúdame! pero papá es también un niño. Un niño que sabe comportarse… mientras va llegando más público. «No sabía que existía», noooo porque la difusión… ¡ay la difusión! ¡Ay el boca a boca! ¿qué importa que nadie se entere si me entero yo? o, al revés, no será que si se enteraran de que estos circos se montan en mitad de la nada, puede que les guste. ¿Y si les gusta? demandarían la información, exigirían el entretenimiento, o se quejarían, como pasaba hasta ayer en la ciudad del «qué fue del»: Supporter, de la Ambrosía, del Cure, del Alacalle… qué ¡cómo molaba el Circarte cuando se hacía! ¡y la medusa cuando engullía en el Maca! ¡y las bicis cuando no había coches molestando! ¡Y las calles cuando no había colillas, ni chicles pegados!
¿Os acordáis? Era un sábado no muy lejano. La gente reía, la gente paseaba, la gente colaboraba a que más niños se rieran, a que más gente entendiera lo que hay dentro de una medusa con turistas… La gente reía, era Alicante con alicientes, los mismos, o diferentes de lo que podéis encontrar en la siguiente aventura escrita para ti y la forma en la que te gustaría vivir el siguiente viernes, el siguiente sábado.
Posibilidades: cientos. Alicientes: Millones. Excusas: Tú sabrás.
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