Seguimos tratando de extraer el lado positivo de esta maldita pandemia. Con el Otoño, tenemos un punto más que añadir al análisis de las cosas buenas que el Covid-19 trajo a la cultura: La Síntesis, o dicho de otra manera, el aprovechamiento del espacio.
Esta vez, focalizaremos el análisis en Alicante (ciudad), aunque son muchas las ciudades, y los espacios culturales, que han tomado medidas similares.
Llevábamos años reclamando que cada espacio tuviera un cometido definido. Y con esto de la seguridad, las instituciones (y los buenos gestores que tenemos) han adaptado sus «lugares de la cultura» y su inagotable imaginación a las nuevas necesidades del público.
Así, el puerto se ha convertido en el epicentro de la cultura. Es curioso, que después de años de lucha, Producciones Baltimore haya conseguido enterrar el hacha de guerra de las «disputas fronterizas», para convertir un sitio infrautilizado, en un espacio de conciertos, monólogos, gastronomía… y, en otoño, también de mercados y cultura familiar.
En el otro lado de la ciudad, en Rabasa, encontramos el Cinemacar. Tras un comienzo titubeante, parecen haberse dado cuenta de que el postureo de Alicante, es eso: Humo, y no da para comer Lo que, realmente, demanda la gente (sobre todo la que está dispuesta a coger el coche para hacer cosas) es calidad y sorpresas. Su «cartelera» de cine es bastante mejorable, pero la línea marcada, sobre todo, por la «función» de la Fura dels Baus y los monólogos de Ignatius y Goyo Jiménez, abren un hilo de esperanza para «l@s culturetas» locales.
El Teatre Arniches, tras la sucia jugada de la Concejalía de cultura en el Oh La Cultura!, vuelve al formato sala, con la programación delicatessen de siempre, la filmoteca y los miércoles de fomento de la cultura local. En estos tiempos difíciles, hacen falta apuestas arriesgadas y sobre todo, capacidad para cuidar a los artistas de aquí. Así que es una buena noticia que, a parte de haberse convertido en la casa de los festivales escénicos de la ciudad (Alacant a Escena, Circarte, Abril En Danza, Festitíteres…) ahora sume puntos con una apuesta por el chovinismo que es más necesaria que nunca.
A todo ésto, Cigarreras parece optar, por fin, a ser el epicentro del underground. La música alternativa necesita un espacio y, sobre todo, continuidad. Así que se agradece el fin de semana del Atronador Fest, que se haya convertido en la nueva sede del Atiende Alicante! y que, con Stereo cerrado, albergue los conciertos locos de Santa Leonor (MFC Chicken, o Los Malinches este próximo sábado). Veremos si vuelven los conciertos de Movistar… pero estaría bien que el viernes y el sábado hubiera una programación estable de conciertos en la vieja fábrica de Tabaco.
El Adda seguirá siendo sede de la música clásica, el Teatro Principal de la parte comercial de las escénicas y, cabe destacar la labor pedagógica de los museos, que más allá de limitarse a acoger exposiciones, han abierto el abanico para entretener a los más pequeños, educar a los mayores y promover cosas como las visitas guiadas del MARQ (apto para respirar) o los conciertos de la Plaza Santa María, que han dado vida a las agendas culturales y actividades muy imaginativas que esperemos sigan teniendo continuidad.
También es de agradecer la labor de la SEU, las pinceladas de Casa Mediterráneo, el buen gusto del triunvirato de Fahrenheit 451, que el Tumbao siga haciendo gala de su condición de Asociación Cultural (a pesar de las restricciones).
Veremos lo que ocurre con las Bibliotecas, los Centros Culturales y los parques, epicentros del entretenimiento en familia otros otoños y que, de momento, siguen sin confirmar programaciones para los próximos meses. Y lo mismo ocurre con el Aula de Cultura de Alicante, tras el flamante cambio de nombre de la Fundación Mediterráneo.
El resto es una mezcla entre la incógnita sobre qué puede pasar con lugares emblemáticos de la cultura como Stereo, Clan Cabaret, las librerías, el Ocho y Medio, Viva la Pepa… y lo que la imaginación de los gestores locales y las asociaciones puede aportar. Puntazos como los murales del Edusiart o lo que el Espacio 17 Musas están haciendo por la Literatura podrían ayudar a que la pandemia pasase más rápido.
En fin, que a pesar de los riesgos que supone embarcarse en aventuras culturales, con la que está cayendo, no nos podemos quejar. Tenemos una ciudad que se ha adaptado a la tormenta. Veremos si cuando llegue la calma aplicamos lo aprendido a la realidad y reflotamos un sector que LO NECESITA. Que Diputación, Ayuntamiento y IVC se pusieran de acuerdo sería un excelente «to be continued» para esta historia.
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