Alicante, primer viernes de junio. Huele a pólvora de mascletá en todo el centro de la ciudad. Hace sol, pero aún no va acompañado de la humedad insoportable del mes de agosto. La semana ha sido larga, estás hasta los huevos de tu jefe, de los clientes, de los números que no cuadran, de las facturas y de la monotonía.
Pero es hora de cambiar el ritmo… y para eso, nada mejor que una cerveza marcando la frontera entre la parte aburrida de la vida y el fin de semana. Es viernes, y aunque normalmente acompañamos el primer trago del fin de semana con el «friday I´m in Love» de The Cure, nos dejamos llevar por la atractiva iniciativa de Alhambra que este año, ha decidido exportar el «sonido Granada» por los mediodías de España. Aceptamos la invitación del Söda y nos fuimos a pasar el buen trago con La Familia del árbol y Pájaro Jack en los especiales de las dos.
Nacho siempre ha tenido la capacidad de ablandarnos el corazón y ya llevábamos demasiado tiempo sin verle acompañado, por lo que sobrevivir al naufragio con Ulysses fue mucho más fácil esta vez. La gente venía alterada, ávida de odiseas más intensas. Pero a nosotr@s nos vino bien parar la velocidad del tiempo y recordar aquella tarde islandesa de septiembre en petit comité.
Entre las olas, saludamos a los conocidos y degustamos las patatas con mejillones, el embutido y las marineras con los que los camareros acompañaban las consumiciones (que no sólo hay que importar la música de Graná). El sonido de la flauta y la percusión suavizada fue arrancando uno a uno los malos rollos de la semana, construimos una barca mientras sonaban los acordes del Canto XI y navegamos por los campos y los sitios que nos quedan por ver. Nos faltó la recientemente «matrimoniada» Litle Rose para que la emoción hubiera sido completamente contagiosa, pero compensamos con un paseo final a caballo, a mitad de camino entre el country y el desprestigiado sonido alicantino, que, como demostró la familia del árbol, tiene tan buenos argumentos como cualquier película granadina que nos quieran contar.
Pero bueno, la herencia de Morente y Los planetas está muy arraigada y de la luz del paseo del darro, se acercó a vernos, esta vez, el número 13 de nuestra lista de grupos granadinos.
El frente polar, parecía, más bien una barricada sobre el escenario improvisado. Las luces de aquel debut de 2009 se mantienen intactas, siguen manteniendo el parecido a Grizzly bear y la atmósfera «beatleliana» que tienen la mayoría de los grupos de la ciudad del capítulo 3 de «no guardes en la cabeza lo que te cabe en el bolsillo». Pero guardan la frescura y el rasgo diferenciador de un segundo huracán que lleva casi un año en la palestra con obras de arte como «David Luiz», «árbol gris», «el bien» o esa reedición de las capelas de Maronda, que acabó de redondear el comienzo del fin de semana y evidenciando que, como dijo Daniel Guirado: «La vida es más importante que la supervivencia».
Y así sobrevivimos nosotros a la vida, con música, con cervezas, con los viernes y con la satisfacción de que la buena educación vaya encontrando su lugar entre el público alicantino.
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