Sidonie, Sidecars y los barcos que se van...

Día: 14 de enero de 2023
Lugar: Puerto de Alicante
Grupos: Sidonie y Sidecars
Autor de la crónica: Jon López.

La calma es un estado necesario que se quedó en alguna de esas batallas que perdimos sin lucharla. Quizá por eso, somos tantos los habitantes del mundo que necesitamos vivir cerca del mar para sentir una parte del sosiego perdido, mezclado con salitre, en nuestro día a día .

Nunca tendremos un barco, ni competiremos por llegar primeros a ninguna meta en un punto perdido de algún océano. Nuestra Oceans Race particular tiene más que ver con evitar el naufragio de la rutina y la mejor manera que se nos ocurre es acumular experiencias, y no sacar la foto, sino vivirlas.Hoy Alicante es puerto de salida y eso en un año que acaba de empezar es un estímulo para seguir creyendo que el crecimiento de esta ciudad aún no ha terminado de consumarse. A mi alrededor, la gente flota, experimenta, se toma una Mahou o mira al mar mientras, vivimos juntos un minifestival con abrigo. Yo he venido sólo, porque desde que soy padre aprecio mi espacio, mi tiempo y mi soledad de una manera que no todo el mundo entiende. Es como si necesitara construir mi propio refugio adulto, sin pañales, sin preguntas, sin escuela, sin cansancio. Sólo la música y yo, conectados por las letras y los alicientes que harán que mi semana sea un poco menos monótona

Como dijo Juancho, fue el primer show del verano… en enero. Con dos viejos conocidos como animadores de la fiesta. Los primeros, Sidecars, con los que hacía unos cuantos años que no me cruzaba. No es que sea mi banda favorita, pero tienen unas cuantas canciones que han puesto música a algunos de los mejores ratos de mi vida y siempre viene bien recordar esos momentos. Con margen para la reflexión, uno vuela de los tiempos en los que los anuncios de la tele eran una referencia musical, al «mundo imperfecto» o a la «galaxia» más lejana, esa que vio como los rockeros de entonces, pasamos más tiempo del debido coqueteando con el pop.

Cerveza en mano, uno imagina las historias de quienes se besan por primera vez en aquel concierto, los que se emocionan dejándose llevar por ese tema que suena para ti en tu casa y que tiene connotaciones que ni Juancho ni los otros seis se imaginan. Me gusta ver que no soy el único que está aquí solo, que aunque me haga viejo, aún me cruzo con gente que conozco y que en Alicante, la salida de la Ocean´s Race no se entiende sin música.

A Sidonie los quiero un poco más. Su Costa Azul (y la visión que tuvieron para pasarse al castellano en aquellos tiempos) fue uno de mis primeros contactos con lo que luego acabaría siendo el mainstream festivalero, o lo que se mal llama indie. La última vez que los vi, incluso me subí al escenario a hablar con ellos de «El regreso de Abba» en Elda. Para mí nunca fueron un grupo de pop, porque jamás han abandonado la distorsión, ni la elegancia de los trajes a medida, ni la actitud. Se puede decir que han envejecido bien, absorbiendo influencias diversas, pero siendo reconocibles.

La mejor definición del concierto que se me ocurre, es que se me hizo corto. Quizá porque dejé de estar solo. Porque decidí vivirlo más intensamente. O porque empezaron con mi canción favorita de ellos «Nuestro baile de los viernes» y fueron encadenando muchos de los hits a los que asocio una parte importante de mi felicidad noctámbula: «por ti», «el incendio», «fascinado», «carreteras infinitas»… hasta se permitieron el lujo de estrenar una canción, cuando todavía huelen a nuevas «me llamo Abba» o «mi vida es la música».

Que sí, que la densidad de Tindersticks mola mucho. Pero bailar canciones de Sidonie tiene su punto. Un puntazo, más bien, casi en primera fila, tocando a Marc Ros, enumerando demasiados buenos ratos parecidos a este. O preparando el camino, para que no sea el último. Queda mucho año por delante. Y muchas rutinas musicadas que acumular en su álbum.