Llevo más de 10 años metido en este «negocio» de los festivales. Para algun@s es algo nuevo, o una simple manera más de divertirse. Yo he vivido diferentes fases, he conocido a gente de diferentes generaciones, he visto a más de mil grupos, de los más variopintos estilos, y he vivido un sinfín de experiencias con la música como hilo conductor.
La mayoría de las crónicas que he escrito en este tiempo, han sido parecidas: buen rollo, algo de crítica, ir día por día describiendo concierto tras concierto y haciendo de mi subjetividad un punto de debate entre los que estaban de acuerdo y los que no opinaban como yo.
El Warm Up de este año ha sido un festival diferente. Por un lado, porque ha sido la confirmación de que me he hecho mayor y por otro porque, a pesar de los años y las arrugas, no he perdido la capacidad de sorprenderme.
Murcia es una gran desconocida para los norteños. Un sitio ideal para combinar la buena música con el buen comer. Este año, muchos bares se pusieron de huelga por la puta moda de restringir la diversión que tienen algunos ayuntamientos. Parece que la falta de civismo y el club de los vecinos quejicas no es un mal exclusivo de Alicante, pero bueno…
Me hubiera gustado haber tenido tiempo para acercarme a la programación entre semana del festival:Los Pepes, Maika Makovski, Rural Zombies, Disco las Palmeras, Sierra… sonaban mejor que muchas de las propuestas del fin de semana, pero la vida laboral restringe las posibilidades. Y esa misma «agenda» hace que ya no llegue el primero a sondear la escena del crimen.
De hecho, la «vejez» hace que le des más importancia a llenar el estómago, o a hacerte tu propio set list de la noche, que a correr para no perderte ni un detalle. Así que rompimos el hielo del desconocimiento con unas pizzas caseras y música de Led Zeppelin, Smashing Pumpkins, Blur vs Oasis, o The White Stripes. Mientras marcábamos en rojo el itinerario del viernes.
Llegamos al recinto Ferial de la Fica a las 21.15. Nada Surf era el principio ideal para una nueva historia. Una Estrella de Levante para abrir boca y una clase rápida de inglés neoyorquino con «always love» y «popular» entremezcladas entre los temas más recientes del cuarteto liderado por Matthew Caws.
No los vi terminar, porque me apetecía ver un rato a Amor Germanio y, saber como suena en directo su flamante primer EP homónimo. A pesar de algún que otro problemilla técnico derivado de tocar en un escenario reservado para Dj´s, los murcianos desplegaron su tralla, hasta el punto que algún gilipollas electro-drogrado descubrió las mieles del lado oscuro del shoegaze.
Fue corto pero intenso… y me dejó tiempo para escuchar algún clásico de Iván Ferreiro, antes de pisar, por primera vez, el escenario en el que más tiempo me pasaría: el «de Franklin».
La Plata es uno de esos grupos que en no mucho tiempo será imposible ver en petit comité, así que aprovechando que las ordas del Mainstream se iban a ver a Sidonie, me colé en las primeras filas, para degustar el segundo caramelo distorsionado de la noche.
Los valencianos sacaron hace un par de meses «desorden» uno de los mejores LP´s publicados este año en este país de países. Y el concierto, de apenas una hora, se limitó a eso: adrenalina «un atasco», «fracaso» y la pureza que los grandes nombres del cartel han perdido por el camino.
Sudado de botar como un loco, me subí a la ola mainstream, desde lejos y con la crítica aparcada bailé algunas canciones de Kasabian mientras la magia festivalera, me llevaba a conocer gente nueva. En el escenario sonaban los clásicos «Fire», «Eez-Eh», «LSF»… y hasta una versión bastante lograda del «Praise» de Fatboy Slim. Los de Leicester son un valor seguro y aunque los he visto más veces que a muchos grupos nacionales, siempre es un placer que el Brit Pop te alegre un rato de noche.
Y hablando de placeres… llegó el reencuentro con El Columpio Asesino ¡Cuánto tiempo! Hubo un periodo de mi vida en el que Cristina, Daniel y compañía me saturaron, como, a veces, te harta la convivencia con las personas que más quieres.
En el verano del 2011 vi 9 veces esa versión de los pixies con trompeta y el manido «Toro»… Pero da igual… han pasado lustros desde aquel primer concierto en El Bukowski y para mí, El Columpio Asesino, siempre será el desarrollo de ese amor a primera vista. Da igual el tiempo que pase, o que la gente piense que son un One Hit wonder. Las perlas acumuladas valen más que los remixes del «amarga baja» y espero fervientemente un nuevo trabajo que me reenganche a su magia.
Tras el columpio, la noche se convirtió en un bamboleo de discoteca. Primero el house-punk italiano de The Bloody Beetroots, la locura trasformada en jarana máxima, pupilas dilatadas, botes como si no hubiera mañana y a tomar por culo la conversación interesante con mis nuevos amigos de Albacete.
Y, antes de volver a casa, una última parada en !!! especialidad en cierre de festivales. Siempre tocan a horas intempestivas, poniendo a prueba el dejavú, la memoria selectiva, las lagunas mentales y la capacidad de control que tienes. Como me he hecho mayor, esta vez me acuerdo de las conversaciones sin palabras, del volumen que hacía vibrar mis tímpanos, de los paseos por el escenario de Nic Offer con su look de verano de videoclip y los bailes made in 80´s de los perturbados, y las perturbadas, que me rodeaban.
De Elyella pasé. Las mañanas tienen su puntito y no hace falta que me cuenten lo bonito que es ver amanecer en un festival. Como un sabio me dijo hace años: «dormir es la única manera de que la diversión se alargue en el calendario». Y acostarse con el placer impregnado a tus primaveras es la previa del mejor de los sueños que puedes vivir con los ojos abiertos. Creo que más de 25.000 personas vivieron algo parecido…
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