Un día, en una entrevista, al difunto Iñaki Azkuna le preguntaron: -¿por qué cree que es usted tan buen alcalde?- él con su habitual parsimonia respondió: – «digo yo que porque voy mucho al teatro… y a tomar txikitos»-.
Profundizando en la respuesta, venía a decir que una cosa era lo que sus asesores le decían y otra, MUY DIFERENTE, lo que la gente quería, por eso, su forma de mantener el contacto con la realidad era ir al teatro o tomarse unos tragos en sitios por los que pasa todo tipo de gente.
En tres años que lleva de alcalde, sólo he coincidido con Barcala en un «acto cultural»: la inauguración de la «exposición de Van Gogh», esa que no era exposición, ni era de Van Gogh. De hecho, hace tiempo que le sigo en su Instagram. En él parece competir con su vicealcaldesa en ver quien hace más postureo. Y es curioso que ni uno, ni otra, elijan nunca como fondo, una función de teatro, un concierto, una exposición o un recital literario. Con todo el menú que aquí tenemos….
Quizá por eso, le falte idea de lo que pasa, realmente, en la cultura de la ciudad. Algo que debiera ser preocupante, si no fuera porque la oposición, hasta ahora, no había caído en la cuenta de que hay muchos más intereses de los que parecen furrulando por el movimiento artístico de la ciudad.
Cuando el IVC metió su órdago a la grande, escribí un artículo diciendo que el equipo de Gobierno tenía 2 opciones: asumir el gol encajado, o presentar un proyecto alternativo que hiciera pensar que sí que hay una pizca de implicación de Alicante con su cultura (algo de interés tendría cuando más de 75,000 personas han leído ESTO).
Marzà y su ego populista (a 200 kilómetros) lo pusieron más a huevo con una carta dirigida directamente al alcalde. Y Barcala se sacó de la manga una parida máxima pidiendo a Valencia que ayudara a Alicante a traer el Hermitage (por el que compiten Málaga, Madrid o Cádiz, entre otros).
¿De verdad piensa que el Hermitage va a cambiar algo en la cultura alicantina? He ahí la cuestión, o la hora de retomar la afirmación de Azkuna y la importancia de ir más al Teatro, por el que empezó la guerra.
Como en otros titulares grandilocuentes, el séquito de lameculos aplaudió la moción de Barcala enfocándolo como un «chúpate esa» Valencia. Lo malo es que la cultura no tiene nada que ver con la unanimidad populista de la Fiesta o el fútbol y empezaron a aflorar comentarios coherentes con las políticas que el propio equipo de Gobierno ha estado siguiendo en los últimos meses.
Quieren el Hermitage en Cigarreras, cuando el Concejal Antonio Peral lleva varias (tediosas) reuniones explicando, y discutiendo, un proyecto ilusionante que depende de los Fondos Edusi y que las asociaciones y vecinos del barrio de San Antón (y sus colindantes) llevan tiempo modelando. Algo que también podría hablar con Manresa. O con alguien de su partido como Mari Carmen de España o con alguien de la Agencia Local de Desarrollo, implicada en que las obras de la vieja Fábrica de Tabaco rellenen el hueco vacío del emprendimiento cultural en la ciudad.
Si se trata de espacios, hace unos meses denunciábamos que estaba habiendo muchos titulares y pocas realidades (podéis leerlo AQUÍ). Al final, al margen de lo destrozado que pueda estar el Teatro Principal y el flagrante desinterés en lo que va a acabar sucediendo con el Ideal, con lo anunciado a bombo y platillo, podría haber espacios de sobra para acoger el Hermitage, la exposición de la Baronesa Thyssen, o la donación de Jenkins y Romero.
El problema es que una cosa es fardar de algo, y otra la realidad que dice que: ni han empezado las obras en el MACA, ni se sabe nada de La Británica, ni del Cuartel de la Guardia Civil, ni de las harineras, ni del flamante palacio de Congresos del Puerto.
Un simple órdago y una carta han dejado al descubierto la nada absoluta de una legislatura de más de 3 años llenas de promesas sin cumplir, reducciones de presupuestos y, lo más preocupante, un desconocimiento total de lo que la cultura y el patrimonio representan para una parte importante de la población de esta ciudad.
Los comentarios de los post publicados por el alcalde evidencian que la ignorancia está, por desgracia, demasiado extendida. El problema es que la realidad no se puede sepultar detrás de cuatro titulares «engañapaletos» y que en esta partida de cartas, el Hermitage no le va a hacer ganar ni una sola mano. Porque es un mal farol, y todo el mundo lo sabe.
Un alcalde debe ir mucho al teatro. Ya no sólo a divertirse y a culturizarse, sino a encontrarse con gente que, aunque no tenga intereses monetarios, sí que va a votar cada cuatro años. Los quehaceres y el brillo del Salón azul, desvían muchas veces la atención. Los «likes» de Instagram engañan y alimentan un ego que nunca ha sentado bien a los políticos.
El teatro, en cambio, es un lugar sosegado en el que más que discutir, se habla, o se escucha. Algo que un político, nunca debería dejar de hacer. Entre otras cosas, porque te puede evitar hacer un ridículo histórico que acaba haciéndote perder más votos de los que cualquier elección de belleas, visita a misa o filtro de Instagram pueda darte.
Igual antes de escribir chorradas, el alcalde debería hablar con todas esas asociaciones que llevan 3 años haciendo cola para aclararle algunas cosas que, visto lo visto, desconoce de la realidad de esta ciudad. Entiendo que ha hecho otras bien, pero cuando se habla de EQUIPO de Gobierno, es por algo. En fin, que todo el tiempo que pasan aprobando comunicados contra Valencia o Madrid, a lo mejor, hay que dedicarlo a tomarse unos «txikitos» con gente de aquí, sin corbata, sin siglas, sin cámaras… pero con un poquito de realidad, que es lo que aunque se echen en cara unos a otros, casi ningún político actual tiene.
Deja una respuesta